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FÓRUM DE BARCELONA | Música para la Paz

Rostropóvich exhorta a valorar el poder de la música para unir al mundo

El músico dirige el 'Réquiem de guerra', alegato antibelicista compuesto por Britten en 1962

Alegato antibélico y canto a la reconciliación, el Réquiem de guerra, de Benjamin Britten (1913-1976), simboliza los valores de paz, convivencia y diversidad cultural que inspiran al Fórum de las Culturas. Es por ello por lo que los responsables del evento han elegido esta obra para inaugurar mañana, en el Auditori, los espectáculos programados en Barcelona durante el Fórum. Y para un alegato musical antibelicista, un declarado pacifista para dirigirlo: Mstislav Rostropóvich, que ayer, en la presentación de la obra, exhortó a valorar el poder de la música para unir a los pueblos del mundo.

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"[...] Yo soy el enemigo que tú mataste, / mi amigo. / Te reconocí en la oscuridad. / Tu mirada es igual a la de ayer, cuando / tus ojos me atravesaron con su estocada / y yo quise defenderme... / pero mis manos / estaban renuentes y frías. / Durmamos juntos ahora...". Palabras de reconciliación las del poeta británico Wilfred Owen, que murió el 4 de noviembre de 1918 a los 25 años tratando de liderar a sus hombres a través del canal de Sambre, en Ors (Francia), durante la I Guerra Mundial. Nueve de sus poemas ingleses fueron elegidos por Benjamin Britten para intercalarlos en el tradicional texto latino de la misa de difuntos para componer una de las más monumentales obras sinfónico-corales de la música del siglo XX: el Réquiem de guerra, estrenado en 1962 en la ceremonia de reconsagración de la catedral de Coventry, reducida a escombros por los bombardeos de la Luftwaffe alemana la noche del 14 de noviembre de 1940.

"Britten no se limitó a componer una misa de difuntos, hizo una obra para reconciliar enemigos, un monumento musical antibélico", aseguró Rostropóvich (Bakú, Azerbaiyán, 1927), quien afirmó que tras recorrer el mundo ha llegado a la conclusión de que "Dios nos ha dado un solo idioma, la música, para la que no hace falta traductores, pero no hemos sido capaces de usarla para unificar el mundo", se lamentó y exhortó a valorar el poder de la música para unir a los pueblos.

Amigo personal del compositor británico, quien le dedicó varias de sus obras para violonchelo, el músico azerbaiyano está estrechamente vinculado al Réquiem de guerra desde sus misma gestación. "Escribió la obra para tres cantantes que amaba, tres cantantes de tres nacionalidades que representaban a tres países enemigos: mi esposa, la soprano rusa Galina Vishnevskaya, el barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau y el tenor británico Peter Pears. Tres mundos separados por la guerra y el odio que Britten quiso unir con la música", explicó Rostropóvich.

Vishnevskaya, sin embargo, no pudo estrenar la partitura. "Ella estaba en Londres cantando Aida cuando recibió la orden de la ministra de Cultura soviética Ekaterina Furtseva [la única mujer miembro del secretariado central de Partido Comunista soviético] de no participar en el estreno". "Galina me llamó llorando y pidiéndome que hiciera algo", contó el músico. "Fui al Ministerio de Cultura a pedir explicaciones y hasta me da vergüenza explicarlo por lo estúpido de la respuesta. Ésta fue que no podía ser, porque la obra se estrenaba en una catedral reconstruida con dinero alemán". Britten llamó a la británica Heather Harper, también amiga suya, para sustituir a Vishnevskaya, quien sí participó en la primera grabación de la obra.

"Cuando le visité tras el estreno, Britten me dio una copia de la partitura para que se la entregara a Shostakóvich, quien a los dos días de habérsela dado me llamó para decirme que era la más grande de las obras musicales compuestas en el siglo XX", relató Rostropóvich, quien recordó que en julio de 2002 dirigió el Réquiem de guerra con un coro integrado por británicos y alemanes en la localidad alemana de Peenemunde, que albergó el centro de investigación de armas secretas de los nazis. "Al concierto acudieron personas que habían perdido a familiares en la II Guerra Mundial. Cuando finalizó la interpretación el silencio era estremecedor y vi lágrimas en los ojos de muchos espectadores. Me impresionó ver la capacidad del arte para conmover".

Más de 300 intérpretes

Obra compleja que requiere para su interpretación más de 300 personas -una orquesta sinfónica, una de cámara, dos coros, uno de ellos de voces blancas, y tres solistas vocales-, en el Réquiem de guerra se superponen tres planos. El primero es el de los muertos de guerra presentado por el texto latino de la misa de difuntos a cargo de la orquesta sinfónica, el coro y la soprano; el segundo, el de los enemigos de guerra, con los nueve poemas en inglés de Owen, el tenor, el barítono y la orquesta de cámara, y el tercero, el coro de voces blancas acompañadas por órgano que simboliza la pureza.

Rostropóvich dirigirá la monumental partitura, de 90 minutos de duración, a la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya, reforzada y desdoblada en dos formaciones, una sinfónica y otra de cámara, el Orfeó Català, el Coro Madrigal, la Escolanía de Montserrat y con la soprano rusa Olga Guryakova, el tenor australiano Steve Davislim y el barítono danés Bo Skohus como solistas.

Mstislav Rostropóvich, en Barcelona.
Mstislav Rostropóvich, en Barcelona.CARLES RIBAS

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