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Tribuna:POLÉMICA SOBRE SEVILLA
Tribuna
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Monteseirin, el exégeta

No conocíamos de las dotes de exégeta de los textos sagrados de nuestro alcalde Monteseirín, pero es que este hombre no deja nunca de sorprendernos.

El pasado 8 de mayo, en el diario EL PAÍS, publicaba el alcalde un artículo en el que, bajo el título "Milagro camino de Damasco", establecía similitudes entre la persona de Javier Arenas y el apóstol San Pablo, recomendándole predicar entre nosotros que Sevilla es una ciudad próspera y con futuro. Por supuesto, esta visión idílica no podía ser sino fruto de las atenciones y mimos que para con nuestra ciudad ha tenido la Junta de Andalucía y él mismo, y ello, a pesar de la actitud demoníaca del Gobierno del Partido Popular con Sevilla.

A nadie hay que convencer de que Sevilla es una ciudad con futuro, aunque buena parte del futuro de la ciudad esté, hoy por hoy, en manos del peor alcalde de nuestra democracia y de unos trasnochados compañeros de viaje, permanentemente anclados en el pasado.

Ahora bien, que Sevilla sea una ciudad próspera es harina de otro costal. Una ciudad que está a la cola de cualquier clasificación que se establezca en términos de bienestar y riqueza, según estudios de entidades independientes como la Fundación La Caixa o el BBV, no puede calificarse, sin más, como una ciudad próspera.

Llevamos ya cinco años asistiendo al mayor mercadillo de humo jamás montado. Planes y más planes, programas y más programas, se venden una y otra vez, año tras año, queriendo dar la imagen de una ciudad que avanza. Pero lo cierto es que tras esa cortina de humo no hay nada. Sevilla, en estos años, ha perdido el sitio, ha perdido tiempo y ha perdido el pulso.

No seré yo, aunque podría hacerlo, quien me ponga a cantar las bondades o maldades que para con Sevilla han tenido los gobiernos del PP y del PSOE desde el Gobierno de la nación y de la Junta de Andalucía. Solo les voy a pedir que hagan un esfuerzo de memoria y sean capaces de decirme una sola obra de la Junta que se haya hecho en esta ciudad, por cierto la capital de Andalucía, en los últimos años.

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En cualquier caso, ese ya es un debate que si antes era simplista pero útil en la política de confrontación ahora resulta metafísicamente imposible. El maligno ya no está en Madrid y Sevilla, en opinión del alcalde, no tiene que temer. Por cierto, el maligno no es otro que el que ha conseguido en ocho años implantar la austeridad en el gasto público, reducir los impuestos, garantizar las pensiones y crear más de 4.300.000 puestos de trabajo, doblando las inversiones totales del Estado.

Pronto estaremos en condiciones de ver si la "bondad" del nuevo Gobierno de la nación obra en Sevilla el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, profetizado por nuestro alcalde.

Aunque, en vez de profetizar, bien podría empezar ya a exigir, con la misma rotundidad y vehemencia, lo que en estos años ha venido reclamando y según él se le ha venido negando a Sevilla. Pero obras son amores y no buenas razones.

La sospechosa ambigüedad de la ministra Magdalena Álvarez, pasándole la pelota a Solbes al abordar, ahora desde Madrid, la financiación del metro; sólo hace unos meses tenía meridianamente claro los 218,9 millones de euros que el Estado tenía que aportar, o la celeridad con que la nueva consejera de Gobernación, Evangelina Naranjo, ha enterrado el debate sobre la segunda descentralización y el Pacto Local autonómico, pueden ser sólo ejemplos de esta nueva e idílica etapa que se inicia.

Me gustaría equivocarme por el bien de Sevilla y confiar en que, alguna vez, las profecías del alcalde se vean cumplidas.

Jaime Raynaud Soto es Portavoz del Grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Sevilla.

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