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CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
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Impotencia

En las fotos de tratos degradantes a prisioneros iraquíes publicadas estos días no he visto yo torturas. Pero sí otras cosas acaso peores. Las características de la tortura a humanos están muy estudiadas. La primera es que sirve de instrumento para lograr objetivos inmediatos. Generalmente información rápida y confesiones de autoinculpación, como en los casos de la Inquisición y las policías políticas modernas. O sirve a la aniquilación moral previa al exterminio, como la perseguida por los nazis sobre los judíos.

Para alcanzar esos fines el torturador humilla a su víctima. Busca degradarla a la condición de cosa inanimada y desechable. Antes de la destrucción física, el tormento procura la aniquilación moral. Pero en las escenas que hemos visto, los prisioneros no son tratados como cosas, sino como animales. Como una piara de cerdos o perros sujetos a una correa. Se encapucha el rostro que reflejaría el efecto del tormento, pero a la vez se exhibe, hasta ocupar el primer plano, la esbelta desnudez de jóvenes machos de los prisioneros. Es un juego de representación que parece sacado del mundo de la pornografía en Internet, tan del gusto de almas inmaduras.

La multifotografiada soldado England es descrita por sus padres como "una marimacho, pero sólo para indicar que era tan fuerte como los chicos". Quizás está ahí la clave: necesita demostrar que comparte los valores machistas del grupo. En su foto oficial del ejército ofrece un gesto torvo, de sobreactuada dureza. Pero en las imágenes en que humilla a los prisioneros lo está pasando en grande. Ve realizado su sueño de ser tan fuerte como sus compañeros de la Policía Militar. Las fotos son los trofeos de caza que enseñará en la taberna.

Roma exhibía la belleza de los guerreros bárbaros encadenados al carro del vencedor. Los cazadores europeos de finales del siglo XIX posaban junto a poderosas fieras abatidas con su fusil. Tigres, elefantes o rinocerontes tumbados a sus pies eran la prueba perenne de su superioridad. Los modernos legionarios inmortalizan su poderío sobre prisioneros enemigos reducidos a la condición de esclavos. Aunque las fotos que pretenden realizar la fantasía de cuerpos trémulos son una farsa. Lo que muestran es la impotencia de los conquistadores. Y con ella la impotencia del Imperio para liderar la causa de la libertad.

Nos habían dicho que esta guerra devolvería la libertad a los iraquíes. Y el mensaje que parece desprenderse de estas fotos podría ser: "Si no queréis ser libres, es que sois animales". Sin embargo, yo adivino un mensaje distinto en los ojos de las víctimas, ocultos por las capuchas: la mirada de desprecio de quien se sabe superior a esos patéticos aprendices de conquistadores. La suerte está echada en el campo de batalla de los medios. Esta guerra no la ganarán milicias islamistas ni marines. La van a ganar los prisioneros.

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