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La mayoría de acreedores de Terra Mítica rechaza el plan de viabilidad

Cajas y bancos exigen dinero y se niegan a aplazar la deuda pendiente

El plan de viabilidad elaborado por la CAM y Bancaixa -principales accionistas y acreedores, junto a la Generalitat, de Terra Mítica-, sufrió ayer un duro revés. Las cajas valencianas reunieron ayer en Madrid a los acreedores de un préstamo sindicado de 111 millones para pedirles un aplazamiento -Terra Mítica no pudo hacer frente al último vencimiento y dos cajas han iniciado un procedimiento ejecutivo- e incluso intentar una quita, pero se toparon con el rechazo de una veintena de cajas y bancos acreedores. CAM y Bancaixa harán el viernes otro intento.

El acuerdo que el consejo de administración de Terra Mítica adoptó la semana pasada de capitalizar una parte de su deuda para evitar la suspensión de pagos de la sociedad que explota el parque de Benidorm puede quedar en papel mojado, como también el plan financiero consensuado por los principales accionistas para devolver el equilibrio patrimonial a la empresa. Y puesto que buena parte de los acreedores rechazan un aplazamiento de la deuda y la CAM y Bancaixa sólo están dispuestas a asumir la parte que proporcionalmente les corresponde, puede tomar cuerpo de nuevo la temida suspensión de pagos.

Fuentes conocedoras de la reunión de ayer en Madrid aseguraron que los pequeños acreedores se negaron en redondo a aceptar las condiciones de renegociación de la deuda, cuyo vencimiento final expira en 2007. No obstante y pese a que el pesimismo está instalado en los negociadores, queda en los ejecutivos de las cajas valencianas una esperanza de reconducir la situación y evitar la suspensión de pagos de la sociedad.

La drástica posibilidad de echar el cierre la iniciaron dos de las cajas acreedoras (Vital y Cantabria) cuando instaron judicialmente el embargo de bienes con el fin de recuperar el cobro de 3,5 millones de euros correspondientes al último vencimiento del préstamo sindicado. Terra Mítica acumula pérdidas por unos 158 millones y una deuda superior a los 240 millones. Fuentes conocedoras del plan de viabilidad indicaron que el BBVA y las cajas rurales, junto a Bancaixa y CAM, estaban dispuestos a capitalizar la deuda del préstamo sindicado. Sin embargo, incluso capitalizando los diez millones de euros que Terra Mítica debe a cada una de las cuatro entidades citadas es complicado salvar la situación, según sostiene una fuente conocedora del plan de viabilidad del parque temático. El fracaso del plan de viabilidad puede condicionar el plan de negocio aprobado en el último consejo de Terra Mítica. Este plan, en el que se detallan las previsiones de asistencia, las estimaciones de gastos e ingresos, las mejoras en la gestión y las inversiones necesarias, incluye la comercialización del área de Egipto como zona de libre acceso, lo que implica que se cederá espacio a terceros para negocios hosteleros y de ocio.

Se acabó la confianza

El 15 de abril de 1999 Terra Mítica formalizó una operación de crédito sindicado por 111 millones de euros. Como entidades agentes actuaron Bancaixa y la CAM y también éstas, junto a Argentaria Banco de Negocios, Ahorro Corporación Financiera y Banco de Valencia, sirvieron de entidades aseguradoras. A las cajas valencianas no les costó mucho esfuerzo convencer entonces a más de 20 cajas y bancos nacionales y extranjeros de que se sindicaran a ese préstamo, avalado por la Generalitat que entonces lideraba Eduardo Zaplana. Terra Mítica fue amortizando la deuda conforme a lo pactado. Pero el pasado diciembre no pudo devolver un vencimiento. En ese momento, con el primer impago, se acabó la confianza. Dos cajas que participan en el crédito sindicado, Vital y Cantabria, iniciaron en un juzgado de Benidorm el procedimiento ejecutivo. "El problema es que a la mayoría de acreedores, como es lógico, les importa un pito Terra Mítica y el margen de confianza se ha agotado", comentó ayer una persona conocedora de las negociaciones. Las luces de alarma se han vuelto a encender en la CAM y en Bancaixa, que temen perder su inversión, y en la Generalitat, que ve cómo se desmorona uno de sus emblemas.

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