_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Título tutelar

Todo es política en España, abrumadora política, vasto paisaje de teorías y sentires, de identidades y sermones, tanto en la izquierda como en la derecha e incluso en ese centro que no existe. Y como todo es política, también lo es el fútbol, claro, y los triunfos y los fracasos en este deporte son metáforas grandes y populares; y algo querrá decir que el Valencia Club de Fútbol haya ganado dos ligas en tres años, amén de otros logros recientes y del gran colofón de la UEFA, que por ahí aguarda. El equipo blanquinegro ya es un grande de Europa, eso parece indiscutible, y lo ha conseguido sin figuras estelares y sin un gran aparato mediático. Pero con una gran fe y esperanza; con un bellísimo instinto rapaz. El Valencia de estos años dorados y duros está construido de rigor, de esfuerzo, de tensión. De no bajar la guardia, de no desanimarse nunca; de olvidarse incluso de las peleas internas de su directiva. Y por eso es obligación feliz, de aficionados y no aficionados, reconocer el gran trabajo, el talante y el talento, y esa humildad fecunda. Porque las más difíciles gestas deportivas siempre fueron hermosas, siempre alegraron vidas y horas, y el que se sienta ajeno, libremente ajeno, pues él se lo pierde. Es cómo la ópera o el jazz: a quien no le gusta, él se priva. Democráticamente. Este Valencia es un campeón de acero. Y como todo es política, lo dicho, no es difícil ver en la fortaleza del equipo, en su trabajado éxito, un ejemplo para toda la sociedad. Un amistoso acicate y no sólo el sello de una vertebración sentimental que se vive en tantos rincones del mundo. Y viene todo esto a cuento de los grandes asuntos colectivos que afectan a la ciudadanía. La muy plural sociedad valenciana reclama el AVE que ya gozan Madrid, Andalucía, Aragón o Cataluña; las inversiones de la copa del América, la solución al grave problema del agua y muchas otras cosas. El título del Valencia y sus cinco años de eficacia y de sudor también favorecen el pago de estas deudas pendientes. Con una sonrisa guerrera de Roberto Fabián Ayala.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_