Una iniciativa pionera
En los últimos meses hemos leído en la prensa las dificultades de dos soldados transexuales para ser reubicados en el Ejército. Pero si exceptuamos estas dos, la noticia es que las personas transexuales están dejando de aparecer en los medios, lo que sólo puede ser interpretado como un síntoma de la creciente aceptación y del mejor conocimiento que la sociedad tiene de la transexualidad. Y a esta nueva realidad ha contribuido notablemente Andalucía. En 1999 fue creada por el SAS la primera unidad de atención médica las personas transexuales de nuestro país dentro del sistema público. Desde entonces en la Unidad de Trastornos de Identidad de Género de Málaga (UTIG) 400 personas están siendo atendidas, de las cuales 90 ya han llegado al estadio asistencial de la reasignación quirúrgica total o parcial. En estos años el equipo de la UTIG constituido por una endocrinóloga, una psicóloga y dos cirujanos plásticos, con dedicación a tiempo parcial todos ellos, han conseguido, sobre todo, normalizar la atención sanitaria de las personas transexuales. Han hecho realidad lo que el Parlamento andaluz ordenó en 1999 cuando tomó la decisión de crear la Unidad de Málaga: acabar con la discriminación que supone privar del derecho a la atención médica a un grupo de ciudadanos españoles por el mero hecho de tener una distinta identidad sexual. Sorprendentemente, cinco años después, en el resto de España aún persiste esta discriminación. El trabajo que han hecho los profesionales de la UTIG, muchas veces en estrecha colaboración con las asociaciones de afectados, ha sido ingente y escasamente reconocido. No ha sido el menos importante la dignificación de la atención a estas personas. Se puede decir que han ido, en estos años, construyendo una estructura disciplinar, una nueva disciplina que antes no existía, que les ha ganado el respeto y la consideración de los pacientes, pero también de muchos colegas que antes miraban con reservas la atención médica de estas personas y de los diferentes grupos internacionales con los que desde el primer momento tomaron contacto, grupos que desde hace muchos años vienen trabajando sobre la identidad de género.
No es pues una casualidad que la asociación Harry Benjamín, la más importante organización mundial interdisciplinar de atención integral a la transexualidad haya identificado a la Unidad de Málaga y establecido colaboraciones con ella de diferente naturaleza. Se abre ahora una nueva etapa en la política española, no sólo por el relevo político en Andalucía en la Consejería de Salud, sino también por el importante cambio político producido en España. La UTIG de Andalucía fue creada siendo consejero de Salud el señor Arbolella. Fue el resultado, sin duda, de la sensibilidad de los responsables políticos de aquel momento pero también consecuencia de la presión de las asociaciones ciudadanas y de algunos profesionales que desde el primer momento apoyaron la reivindicación. Se prometió entonces una infraestructura que nunca llegó a pesar de lo cual, como tantas veces ocurre, los profesionales sanitarios tiraron para adelante porque hay cosas que no pueden esperar. Se confiaba (ahora sabemos que ingenuamente) en que los resultados animaran a los responsables políticos a pasar del apoyo moral al de los hechos. La siguiente legislatura, ya con el señor Vallejo de consejero, supuso un cambio de actitud, al menos formalmente. No se puede negar que la última legislatura en el ámbito sanitario ha sido febril, pero en lo que respecta a la atención a las personas transexuales dejó de estar entre las prioridades políticas.
Decía arriba que se abre una nueva oportunidad pues sería imperdonable que ahora, con el nuevo Gobierno de Madrid, no se reconociera en toda España el derecho de las personas transexuales a ser atendidas en el sistema público, pero sería igualmente imperdonable que no se fuera capaz de rentabilizar el enorme esfuerzo de credibilidad que se ha hecho desde Andalucía. La nueva consejera de Salud debe de acordarse de que la Unidad de Andalucía en Málaga existe, que es un referente para los grupos españoles que están esperando ser legalizados y también para muchos otros grupos del resto del mundo. Debería saber que el tiempo no ha pasado en balde, que ahora los profesionales de la Unidad son más sabios, los pacientes conocen mejor sus derechos, los ciudadanos se han vuelto más tolerantes, el resto de los profesionales están mejor informados y que, sobre todo, Andalucía y la organización que nuestro Servicio Andaluz de Salud hace unos años creó, ha tenido mucho que ver con esto. Pero dista mucho aún la situación de haber satisfecho tantos años de marginación y de desasestimiento de las personas transexuales. La UTIG de Málaga, y con ella las personas transexuales, se han ganado a pulso una segunda oportunidad. No deberíamos olvidar que lo que diferencia el liberalismo duro que representa algunas de las opciones del PP, del blando que representa el partido que gobierna actualmente tanto en Madrid como en Andalucía es la convicción moral de que la única manera de llevar a la práctica cualquier teoría de la justicia es, como decía Jhon Rawls, tratar desigual a los desiguales. Al menos eso es lo que se espera desde Málaga de la nueva consejera de Salud.
Federico J. C-Soriguer Escofet es jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Carlos Haya de Málaga.
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