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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El 2004 de Barcelona

Anoche, con la pompa de rigor, se inauguró el Fórum 2004 de Barcelona. Su primer legado, antes de que abra hoy las puertas al público, es haber orientado la mirada de los barceloneses a un enorme trastero social e industrial que la ciudad prefería ignorar. Se ha ubicado una zona de ocio y convenciones en un territorio de centrales térmicas, incineradoras y depuradoras, que no desaparecen, si no que conviven con lo nuevo.

El Fórum nació de una confusión. El entonces alcalde Pasqual Maragall quería repetir la operación olímpica en 2004, en esa eterna búsqueda de excusas a la que acude Barcelona para transformarse. Propuso celebrar para ello una Expo sin advertir que no lo permitía el calendario, y así se lo avisaron los administradores internacionales de la franquicia. Del error surgió el reto: inventar algo nuevo. Intentar una celebración que no fueran ni Juegos ni Expo. La definición estuvo llena de zozobras y pugnas entre las administraciones local, autonómica y central, lo que explica que, hasta hace poco, ni los barceloneses supieran exactamente en qué iba a consistir el Fórum. Ahora está claro; una cita para la fiesta y el debate en torno a tres ejes: la paz, la sostenibilidad y la diversidad. La magnitud de este enunciado es un compromiso para los convocantes. La organización tiene muy claro que no se puede apelar a tan altos ideales sólo para beber cerveza cerca del mar o a que aumente el número de pernoctaciones turísticas. Pero también sería angelismo defender que sólo hay una manera, solemne y sosa, más cerca del púlpito que de la plaza, de aprender algo más sobre la paz o sobre la diversidad. Ahí radica la apasionante y arriesgada apuesta del Fórum que no convoca en sus diálogos a los Estados, sino a los ciudadanos.

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En ninguna parte está escrito que los parques temáticos sólo puedan levantarse a la mayor gloria de Mickey Mouse, pero algo fallaría si el Fórum se quedara en un parque temático de las buenas intenciones. Al cabo de los 141 días de su duración, llegará el momento de hacer balance. De momento, el Fórum propone espacios para encontrarse con otros, para aprender sin pasar por rutinas académicas, para la emoción. El visitante encontrará propuestas nuevas, valientes, y también candorosas, pero ahí está para disfrutarlo y para discutirlo. Para vivirlo.

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