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Reportaje:LECTURA

"¿Está Sadam detrás de esto?"

Salí corriendo por el ala oeste hacia el despacho del vicepresidente , haciendo caso omiso de las miradas y de la preocupación que mi actitud pudiera despertar. Me encontraba en una reunión en el edificio Ronald Reagan, a tres manzanas de allí, cuando Lisa Gordon-Hagerty llamó para decir que un avión se había estrellado contra el World Trade Center:

-Dick, hasta que sepamos de qué se trata, deberíamos ponernos en lo peor.

Lisa había estado en el centro de coordinación de crisis durante muchos ejercicios de simulacro y en muchas situaciones reales.

-De acuerdo. Reúne al CSG mediante videoconferencia de seguridad. Estaré allí en menos de cinco minutos -le dije mientras salía corriendo hacia mi coche.

Mientras informaba a Condoleezza Rice sobre Al Qaeda, por la expresión de su cara me dio la impresión de que no había oído antes ese nombre
Pero, señor presidente, ha sido Al Qaeda. -Lo sé, lo sé, pero... averiguad si Sadam está implicado. Intentadlo. Quiero saber el más mínimo detalle... Investiga a Irak, a Sadam -dijo el presidente, irritado, y se marchó
El jefe del control aéreo dice que hay 4.400 aviones volando en este momento. Podemos cancelar rápidamente todos los despegues, pero tenemos que hacer aterrizar a los que ya han salido

El CSG era el Grupo de Seguridad y Antiterrorismo (Counterterrorism Security Group), y estaba formado por los jefes de todos los organismos antiterroristas y de seguridad del Gobierno federal. Yo lo presidía desde 1992. Podía convocarse en cinco minutos durante la jornada laboral, y en 20 en cualquier otro momento. Miré el reloj del salpicadero. Eran las 9.03 del 11 de septiembre de 2001.

Mientras me dirigía hacia la primera entrada de la Casa Blanca, Lisa volvió a llamar.

-Acaba de estrellarse otro avión contra la otra torre.

-Vale, ahora ya sabemos con quién nos la jugamos. Quiero tener en pantalla ahora mismo al máximo responsable en Washington de cada departamento, sobre todo al del Departamento Federal de Aviación (Federal Aviation Administration, FAA). (...)

Al irrumpir en el despacho del vicepresidente, donde sólo se encontraban él y Condi (Condoleezza Rice, consejera del presidente para asuntos de Seguridad Nacional), me paré a tomar aire. Cheney tenía fama de impasible, pero vi una expresión de horror en su rostro.

-¿Qué opinas? -preguntó.

-Es un ataque de Al Qaeda, y les gustan los ataques simultáneos. Puede que haya más.

-De acuerdo, Dick -dijo Condi-. Tú eres el jefe en situaciones de crisis. ¿Qué recomiendas? (...)

-El Servicio Secreto quiere que vayamos al refugio antiaéreo -añadió Condi.

Asentí.

-Yo haría eso y... haría evacuar la Casa Blanca. (...)

De camino al gabinete de crisis, Ralph Seigler, el veterano subdirector del gabinete de crisis, me agarró del brazo:

-Tenemos línea con el Norad para una reunión telefónica sobre la amenaza aérea. (...)

-¿Dónde está POTUS? ¿A quién tenemos con él? -pregunté utilizando la jerga de la Casa Blanca para referirnos al presidente (acrónimo de President of The United States) mientras atravesábamos el centro a toda prisa.

-Está en un parvulario de Florida. Deb está con él -Deb era Deborah Lower, capitán de Marina y directora del gabinete de crisis de la Casa Blanca-. Tenemos línea con su móvil.

Cuando entré en el centro de vídeo, Lisa Gordon-Hagerty estaba pasando lista, y pude ver cómo la gente entraba precipitadamente en las salas de videoconferencia de toda la ciudad: Donald Rumsfeld, en la de Defensa, y George Tenet, en la de la CIA [Agencia Central de Inteligencia]. Pero, en muchos sitios, los máximos responsables estaban de viaje. (...) Condi Rice entró detrás de mí con su ayudante, Steve Hadley.

-¿Quieres presidir esta reunión? -le pregunté.

Rice, como consejera de Seguridad Nacional, presidía habitualmente el comité directivo, integrado por los secretarios de Estado y de Defensa, el director de la CIA, el jefe del Estado Mayor, y últimamente también el vicepresidente.

-No. Encárgate tú -retiré la silla de la cabecera de la mesa y me quedé de pie, con Condi muy visible a mi lado.

-Empecemos. Con calma. Vamos a utilizar el procedimiento de crisis, es decir, mantened desconectados vuestros micrófonos a menos que estéis hablando. Si queréis hablar, haced una señal a la cámara. Si es algo que no queréis que oiga todo el mundo, llamadme por el teléfono rojo.

Más adelante, Rice sería criticada en los medios de comunicación por algunos participantes anónimos en la reunión por "quedarse ahí sin hacer nada". Desde mi perspectiva, obviamente parcial, tuvo el valor de quedarse en segundo plano. (...)

-Vas a necesitar tomar algunas decisiones rápidamente -dijo Rice fuera de cámara-. Yo voy al PEOC a reunirme con el vicepresidente. Dinos si necesitas algo.

-Lo que necesito es tener línea abierta con Cheney y contigo. (...)

Vayamos a los hechos. FAA, FAA, adelante. Empecé a utilizar el estilo de comunicación de la radio táctica para que aquellos que me estuvieran escuchando desde otros centros de la ciudad pudieran oír a quién me dirigía a pesar del ruido que les rodeaba.

Jane Garvey, la responsable del FAA, estaba sentada en su sitio.

-Los dos aviones eran un 767 del vuelo 11 de American Airlines y otro 767 del vuelo 175 de United Airlines. Secuestrados. (...)

Bueno, Jane, ¿puedes suspender los vuelos? Vamos a tener que despejar el tráfico aéreo de Washington y Nueva York.

-Quizá tengamos que hacer mucho más que eso, Dick. Ya he suspendido todos los despegues y aterrizajes en Nueva York y en Washington, pero tenemos noticias de que hay 11 vuelos fuera de ruta o incomunicados, quizá secuestrados.

-Mierda -susurró Lisa en voz baja.

-Once -repetí-. De acuerdo, Jane. ¿Cuánto tiempo llevará hacer que aterricen todos los aviones que están ahora mismo en el aire? (...)

-El jefe del control aéreo -continuó Jane- dice que hay 4.400 aviones volando ahora. Podemos cancelar rápidamente todos los despegues, pero tenemos que hacer aterrizar a todos los que ya han salido... Nunca se había hecho antes. No sabemos cuánto tiempo llevará. Por cierto, es el primer día de Ben en este puesto.

Garvey se refería a Ben Sliney, el recién nombrado jefe de Operaciones Nacionales del FAA.

-Jane, si todavía no habéis encontrado al secretario, ¿estás preparada para ordenar la suspensión de los vuelos del país y el cierre del espacio aéreo?

-Sí, pero llevará un tiempo.

Me volví hacia la pantalla del Pentágono.

-Estado Mayor, Estado Mayor. Supongo que el Norad tiene aviones de combate y aviones radar AWACS

. ¿Cuántos? ¿Dónde?

-Me temo que el panorama no es bueno, Dick -Dick Myers, que había sido piloto de combate, sabía que los días en que había decenas de aviones de combate en alerta habían terminado con el fin de la guerra fría-. Estamos a mitad de un ejercicio Norad, el Vigilant Warrior, pero... Otis ha mandado dos aviones hacia Nueva York. Langley está intentando poner en marcha otros dos. Los AWACS están en Tinker y no están en alerta.

Otis es la base de la Guardia Nacional Aérea en Cape Cod. La base militar aérea de Langley está a las afueras de Norfolk, Virginia.

La de Tinker, el centro de todas las estaciones de radar de vuelo de Estados Unidos, se halla en Oklahoma.

-De acuerdo. ¿Cuánto tiempo nos llevaría tener a la CAP sobrevolando Washington DC? -Estábamos acostumbrados a mandar a la CAP (Patrulla Aérea de Combate, Combat Air Patrol) a Irak, no a la capital del país.

-Lo antes posible. ¿Quince minutos? -preguntó Myers, mirando a los generales y a los coroneles que le rodeaban. Eran las 9.28.

Pensé en los ataques simultáneos contra las embajadas estadounidenses de Kenia y de Tanzania en 1998. Ahora existía la posibilidad de sufrir ataques múltiples en varios países.

-Estado, Estado. DOD, DOD. Tenemos que prever la posibilidad de que se produzcan ataques simultáneos en el extranjero.

Hay que cerrar las embajadas. Poned las sedes del DOD (Departamento de Defensa, Defense Department) en alerta de combate.

En el monitor situado en la esquina superior izquierda se veían las noticias de la CNN sin sonido. Al ver que aparecía en pantalla el presidente, Lisa subió el volumen y la reunión de crisis se interrumpió para escuchar: "... contra el World Trade Center, en lo que parece un ataque terrorista a nuestra nación".

Durante la pausa me di cuenta de que Brian Stafford, director del Servicio Secreto, se encontraba ahora en la sala. Me habló en un aparte.

-Tenemos que llevarle a un lugar seguro... y secreto. Ya he escondido a FLOTUS.

Esconder a FLOTUS

FLOTUS (First Lady of The United States) era la forma que utilizábamos en la Casa Blanca para referirnos a la primera dama de Estados Unidos, en este caso la señora Bush, entonces cuidadosamente escondida en algún edificio anónimo de Washington. (...)

-¿Se te ocurre dónde llevar al presidente? No puede volver aquí hasta que sepamos qué coño está pasando. -Sabía que no le sentaría bien al comandante en jefe-. Y tú, Tom -dije dirigiéndome al coronel Greenwood-, trabaja con Roger Cressey para que llegue lo antes posible alguna CAP.

Stafford tenía otra pregunta:

-Cuando el Air Force One [el avión presidencial] despegue, ¿pueden escoltarle aviones de combate?

-Sí, claro, podemos pedirlo -respondió Miller-. Pero ya sabéis que los aviones de combate de las CAP no pueden derribar aviones así como así dentro de nuestro espacio aéreo. Necesitamos una orden.

Miller llevaba dos décadas trabajando en el Pentágono y sabía que exigirían instrucciones claras antes de utilizar la fuerza.

(...) Pulsé el botón del Centro Presidencial para Operaciones de Emergencia (Presidential Emergency Operations Center), en el gran teléfono blanco de seguridad, que tenía 20 botones de marcación automática. Cuando el comandante Fenzel se puso al teléfono, le comuniqué las tres primeras decisiones que había que tomar necesariamente.

-Mike, alguien debe decirle al presidente que no puede venir aquí directamente. Cheney, Condi, quien sea. El Servicio Secreto está de acuerdo. No queremos que nadie diga dónde van cuando despeguen. Segundo, en cuanto despeguen deben llevar una escolta de aviones de combate. Tercero, necesitamos autorizar a la Fuerza Aérea para que pueda disparar a cualquier avión, incluso si se trata de un avión de pasajeros secuestrado, que parezca que amenaza con atacar y causar muchas muertes en tierra. ¿Entiendes?

-Recibido, Dick. Ahora mismo vuelvo a llamarte.

Pensé que Fenzel era bastante optimista sobre cuánto tardarían en tomarse estas decisiones.

Reanudé la videoconferencia.

-FAA, FAA, adelante. Informe de situación. ¿Cuántos aviones pensáis que pueden estar secuestrados?

Garvey leía una lista:

-Todos los aviones han recibido la orden de aterrizar en la pista más cercana. Éstos son los que consideramos como posibles secuestros: el vuelo 1.989 de Delta, en el Estado de Virginia Occidental; el 93 de United Airlines, en el Estado de Pensilvania... Stafford me pasó una nota: "El radar muestra que hay un avión que se dirige hacia aquí". El Servicio Secreto tenía un sistema que les permitía ver lo que el radar del FAA estaba detectando.

-Voy a desalojar el complejo -dijo. Estaba ordenando la evacuación de la Casa Blanca.

Ralph Seigler asomó la cabeza en la sala.

-Ha habido una explosión en el aparcamiento del Pentágono -dijo-. ¡Puede que sea un coche bomba!

-Si evacuamos la Casa Blanca, ¿qué vamos a hacer con el resto de Washington? -Era Paul Kurtz el que me preguntaba-. ¿Qué pasa con el COG?

El COG (Comité de Continuidad de Gobierno, Continuity Of Government) era otro programa heredado de la guerra fría. Estaba diseñado para reubicar a los funcionarios de la Administración en centros de trabajo alternativo. El COG también tenía la función de efectuar la transmisión de poderes en caso de que el presidente o los miembros clave del Gobierno resultaran muertos.

Roger Cressey se incorporó a la videoconferencia.

-Acaba de estrellarse un avión contra el Pentágono -anunció.

Yo todavía estaba hablando con el FAA, apuntando una lista de vuelos que podían estar secuestrados.

-¿Me has oído? -Cressey había sido cedido temporalmente por el Pentágono a la Casa Blanca. Tenía amigos allí; en realidad, todos los teníamos.

-Todavía veo a Rumsfeld en pantalla -respondí-. Así que no han debido de darle de lleno al edificio. No perdamos la calma. (...)

Llega el presidente

Más adelante, en algún momento de la tarde del día 12, abandoné el centro de videoconferencia, y allí, paseándose solo por el gabinete de crisis, me encontré con el presidente. Parecía que quería hacer algo. Nos reunió a unos cuantos y cerró la puerta de la sala.

-Mirad -nos dijo-. Ya sé que tenéis mucho que hacer..., pero quiero que volváis a repasarlo todo, absolutamente todo, cuanto antes. Averiguad si Sadam Husein ha hecho esto, o si está relacionado de alguna manera...

Una vez más me quedé sin habla, atónito, y se me notó.

-Pero, señor presidente, ha sido Al Qaeda.

-Lo sé, lo sé, pero... averiguad si Sadam está implicado. Intentadlo. Quiero saber el más mínimo detalle...

-Por supuesto, lo miraremos todo... otra vez -estaba intentando mostrarme más respetuoso, más receptivo-. Pero, ya sabe, hemos investigado varias veces un posible patrocinio de Al Qaeda por parte de algún Estado y no hemos encontrado ningún vínculo real con Irak. Irán tiene algo que ver, al igual que Pakistán y Arabia Saudí, y Yemen.

-Investiga a Irak, a Sadam -dijo el presidente, irritado, y se marchó.

Lisa Gordon-Hagerty se le quedó mirando boquiabierta. Paul Kurtz entró, cruzándose con el presidente cuándo éste salía. Al ver nuestras caras, preguntó:

-Pero bueno, ¿qué ha pasado aquí?

-Wolfowitz [subsecretario de Defensa] le ha convencido -dijo Lisa, moviendo la cabeza.

Al Qaeda

Al Qaeda planificó los ataques con años de antelación, introdujo células durmientes, hizo un reconocimiento del terreno. Adoptaron una perspectiva a largo plazo, en la creencia de que su lucha les llevaría décadas, quizá generaciones. Estados Unidos funcionaba en un ciclo electoral de cuatro años, y a finales del año 2000 estaba empezando uno nuevo. En la campaña presidencial, no se había mencionado el terrorismo. George Bush y Dick Cheney habían hecho referencia al Tratado sobre Misiles Antibalísticos con Rusia. Habían hablado también sobre Irak.

En enero de 2001, una vez dejado atrás el fiasco de Florida, informé a cada uno de mis viejos amigos y colegas de la primera Administración de Bush: Condi Rice, Steve Hadley, Dick Cheney y Colin Powell.

Mi mensaje fue directo: Al Qaeda está en guerra con nosotros, es una organización muy competente, probablemente tiene células durmientes en Estados Unidos y está claro que está preparando una serie de ataques muy graves contra nosotros; tenemos que actuar con contundencia y rapidez, tomar decisiones respecto a lo que preparamos después del ataque al Cole, ir a la ofensiva.

Cada persona reaccionó de forma diferente. Cheney estaba, como siempre, tranquilo y calmado en apariencia, pero maquinando sin cesar detrás de esa máscara. Le pidió a un asesor que concertara una visita con la CIA para conocer sus opiniones con respecto a la amenaza de Al Qaeda. Por mí no había problema, porque sabía que George Tenet sería incluso más alarmista de lo que yo había sido sobre los planes de Al Qaeda. Cheney hizo efectivamente ese viaje, carretera arriba, a la Oficina Central de la CIA, uno de los muchos que haría. La mayoría de las visitas se centraron en Irak, lo que dejó a los cargos de nivel medio y a los analistas preguntándose si el veterano vicepresidente tenía razón sobre la amenaza iraquí; quizá eran ellos los que deberían hacer ajustes en sus propios análisis. No obstante, durante las primeras semanas de la nueva Administración, Cheney había oído perfectamente lo que yo había dicho sobre Al Qaeda. Ahora que estaba asistiendo a las reuniones de los directores del NSC presididas por Condi Rice (algo que ningún vicepresidente había hecho nunca), yo tenía la esperanza de que hablara sobre la urgencia del problema, de que lo pusiera en una lista de asuntos que requerían una acción inmediata.

No lo hizo.

Pasos de Powell

Durante la transición, Colin Powell dio el insólito paso de pedir una reunión con el CSG, los oficiales de alto rango de la lucha antiterrorista del NSC, el Departamento de Estado, el de Defensa, la CIA, el FBI [Oficina Federal de Investigación] y el Ejército. Quería ver cómo actuábamos en conjunto, cómo respondía cada uno a los comunicados de los demás. Como todos estuvimos de acuerdo sobre la importancia de la amenaza de Al Qaeda, Powell se quedó visiblemente sorprendido ante la unanimidad. (...)

Powell hizo numerosas preguntas acerca de lo que podía hacer el Departamento de Estado, tomó notas pormenorizadas y más tarde le pidió a Rich Armitage (que se convertiría en vicesecretario de Estado) que se ocupara de ello.

Me encontré a Condi Rice deambulando por los pasillos del edificio de la Oficina Ejecutiva. (...) La acompañé hasta mi oficina y le di el mismo informe sobre Al Qaeda que le había presentado al resto. (...)

Ahora estaba al frente Condi Rice, que parecía tener con Bush hijo una relación más próxima de la que ningún otro de sus predecesores había tenido con los presidentes bajo cuyas órdenes habían estado. Eso debería haberle dado algo de espacio para maniobrar, algún margen para determinar las prioridades. Sin embargo, el vicepresidente había decidido involucrarse en el ámbito de los directores del NSC. El secretario de Defensa había dejado también clara su postura de que a él no le importaba qué relación tuvieran los demás con el presidente; él estaba haciendo lo que quería. Mientras informaba a Rice sobre Al Qaeda, por la expresión de su cara me dio la impresión de que no había oído antes ese nombre, así que añadí:

-La idea que tiene la mayoría de la gente es que es el grupo de Osama Bin Laden, pero es mucho más que eso. Es una red de organizaciones terroristas asociadas, con células en más de 50 países, incluido Estados Unidos.

Rice me miró con escepticismo. (...) Me di cuenta de que Rice y su ayudante, Steve Hadley, todavía tenían la mentalidad de la época de la guerra fría.

Momento en el que el jefe del gabinete de la Casa Blanca, Andrew Card, informa al presidente Bush del atentado al World Trade Center.
Momento en el que el jefe del gabinete de la Casa Blanca, Andrew Card, informa al presidente Bush del atentado al World Trade Center.REUTERS

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