Una oportunidad para un nuevo rumbo
Los partidos formulan algunos propósitos estratégicos que Valencia debería imponerse con motivo de la Copa del América
"El mundo va a venir a Valencia", proclamó la alcaldesa, Rita Barberá, momentos después de que el pasado 26 de noviembre la ciudad fuera designada sede de la Copa del América de 2007. Políticos, empresarios y analistas de los temas más diversos auguraron que sobre Valencia lloverían millones de euros en inversiones y beneficios, que la ciudad se abriría al mar y se situaría en el mapa internacional con letras mayúsculas. Pasada la euforia de la primera hora, Valencia afronta el reto de preparar el evento que recibirá a miles de visitantes y de abrir el debate sobre las estrategias para aprovechar la estela del evento más allá de 2007.
Los grupos políticos en el Ayuntamiento, con el PP en el gobierno y socialistas y Esquerra Unida (EU) en la oposición, coinciden en que la Copa del América es una gran oportunidad, y a partir de esa base ponen su propio acento a los posibles objetivos.
Valencia debe ser un referente del turismo, pero no volcarse exclusivamente en él
"Hay que poner en valor el potencial de las universidades con los sectores productivos"
Para Juan Eduardo Santón, concejal popular de Innovación y responsable del recién creado Centro de Estrategias y Desarrollo, Valencia esconde un potencial que hay que explotar. Tiene un tejido empresarial "muy potente", gente joven "muy bien preparada" y dos grandes universidades, entre otras ventajas, asegura. Pero es fundamental, dice Santón, "integrar" a todos los sectores para coordinar sus capacidades con el objetivo de convertir a Valencia "en un referente como ciudad del conocimiento". Este objetivo exige, a juicio del PP, terminar importantes infraestructuras de transporte -el AVE, la ampliación del puerto y del aeropuerto- y las tecnológicas -banda ancha, Internet, gestión en red-, de modo que personas y mercancías dispongan de buenas comunicaciones. Y supone "trabajar para que Valencia sea un centro de decisión económica", a partir de un "plan de city marketing" que ponga de acuerdo a todas las administraciones, instituciones y empresarios sobre los atributos de la ciudad que se quiere vender. Significa, especialmente, apostar por los servicios avanzados, la formación y el acercamiento de las nuevas tecnologías a la vida cotidiana, y aprovechar las investigaciones y aplicaciones prácticas de las universidades.
"Tenemos dos universidades potentes, la masa gris de la Comunidad Valenciana, y hay que ponerla en valor con los sectores productivos y el tejido industrial", coincide el portavoz socialista, Rafael Rubio, que también destaca la importancia de las nuevas tecnologías -"Aún estamos en mantillas"- y considera que Valencia debe aspirar a ser "el polo financiero" de la autonomía y del Arco Mediterráneo. Además, Valencia y su área metropolitana necesitan, a juicio de Rubio, un plan de acción territorial en infraestructuras y equipamientos, ya que comparten aeropuerto, buscan suelo industrial y soluciones a problemas como los residuos.
El concejal de EU Antonio Montalbán, por su parte, advierte de que "debe preservarse la industria" e impulsarse sectores como el mueble, que "es una seña de identidad", sin olvidar a la agricultura. "No se puede estar entre los primeros si sólo nos decantamos por los servicios y el turismo", añade Montalbán.
Todos los grupos conceden peso al sector turístico, pero no le dan preeminencia sobre el resto. Valencia no puede ser sólo una ciudad turística, afirman. "Tenemos una buena situación pero es necesaria una planificación del sector y las administraciones para crear productos que nos distingan", apunta Rubio, con la vista puesta en un turismo cultural que ponga en juego uno de los centros históricos más grandes de Europa y el carácter singular de sus poblados marítimos, la red museística, y la "potencialidad" de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y la ventaja de contar con el parque natural de L'Albufera, pegado a la ciudad. Santón también quiere situar a Valencia como "referente" de un turismo que pivote en los congresos, la Feria, el ocio y el desarrollo de la vertiente cultural, pero no como el sector fundamental de la economía local.
"Antes, las empresas buscaban costes laborales bajos, suelo barato e infraestructuras", resume Santón, "pero eso ha cambiado". La Valencia que dibuja el PP más allá de 2007 pretende que las empresas la elijan "por una buena calidad de vida y convivencia, oportunidades de formación en el mundo científico y universitario, por una gestión de redes empresariales que aumenten su competitividad y una Administración que potencie todo eso".
Esa Valencia avanzada y con una economía potente e innovadora se asentaría sobre un entramado urbano con importantes problemas a resolver, destaca la oposición al PP. "La rentabilidad del evento debe ser la de transformación de la ciudad", que no ha agotado su plan general antes de pretender recalificar huerta, tiene "muchos edificios por rehabilitar, necesita equipamientos, aparcamientos y un buen transporte público", dice Montalbán, cuyo modelo pasa por que visitantes y vecinos se sientan "seducidos" por Valencia.
"Hay 1,4 millones de metros cuadrados por expropiar para escuelas, jardines, residencias...", abunda Rubio. El PP dice que está en ello, que trabaja para la ciudad "a la medida de las personas".
En el corazón de la ciudad, el PP promete el desarrollo, por fin, del Parque Central, para el que PSPV y EU exigen más jardín y menos viviendas y una buena conexión entre barrios ahora separados por las vías del tren. La operación incluye la llegada del AVE, que apoyan socialistas y populares, y al que no da prioridad EU.
La Copa es una oportunidad, además, de recuperar la fachada marítima, "sin prolongar Blasco Ibáñez por El Cabanyal", destaca Montalbán. La transformación de la dársena interior del puerto, epicentro de la competición, "no puede hacerse sólo para una minoría". Suscribe esa petición Rafael Rubio, que aboga por un espacio público lúdico, cultural y deportivo, además de comercial. "Hay que entroncar la ciudad con la dársena" e integrar ese espacio con el jardín del Turia, desarrollar el suelo pendiente en El Grao "con un diseño de calidad" y con la posibilidad de crear un nuevo centro de negocios, recuperar los barrios de la fachada litoral, las playas y actuar sobre la dársena con el mínimo impacto ambiental posible y sin pretender aprovechar los diques del nuevo canal para ampliar el puerto. Rubio también propone conectar las avenidas de Francia y Baleares con la fachada marítima, cambiar la fisionomía de la avenida del Puerto y conectar bien Natzaret con el desarrollo del PAI de Moreras II.
El PP no prevé nuevos desarrollos urbanísticos en la zona porque los previstos "son muy importantes y transforman claramente la imagen del frente marítimo" con el PAI de El Grao y Moreras II, o el área de piscinas olímpicas y el plan de reforma de El Cabanyal -cuya ejecución está parada al coincidir con el conflicto de la apertura de Blasco Ibáñez, suspendida en los tribunales-, explica el edil de Urbanismo, Jorge Bellver. El Ayuntamiento espera una urbanización de estas zonas "de mayor calidad" y estudia con la Generalitat aumentar las ayudas a la rehabilitación en los barrios marineros, además de mejoras en el suelo urbano consolidado. Un posible concurso de ideas entre la avenida del Puerto y el Puente de Astilleros no tiene fecha. Sí la tiene la Copa del América, que observa a una ciudad con la oportunidad de un nuevo rumbo.
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