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La afluencia masiva de jóvenes y las colas para obtener firmas marcan la tercera jornada del Salón del Cómic

"Me llama la atención su disfraz. Parece usted una colegiala japonesa", dijo sonriente Suehiro Maruo, autor de culto responsable de mangas de alto contenido sexual y violento protagonizados en buena parte por jovencitos, a una señorita que asistía ayer a la conferencia de prensa que ofreció en el Salón del Cómic. "Voy de Kill Bill", respondió ella, entre halagada y azorada, en referencia a la última película de Quentin Tarantino. Era una más de los muchos aficionados que se disfrazan -sobre todo los amantes del manga y los superhéroes- para asistir al encuentro, que cierra hoy sus puertas en la estación de Francia de Barcelona. La presencia del escueto y críptico Maruo, autor de los álbumes Midori. La niña de las camelias y El monstruo de color de rosa (Glénat), había despertado expectación. El japonés dijo que su trabajo tiene mucho que ver con el surrealismo y los delirios oníricos de artistas como Dalí y Magritte y cineastas como Buñuel y Lynch.

Todos estuvieron ayer muy ocupados, como durante la tarde del viernes, firmando libros. Visitantes y locales: Joe Sacco, Charles Berbérian, Paul Pope, Peter Milligan, Craig Thompson, Charles Burns, Igort, Nicolas de Crécy, Jorge Zentner, Luis Durán, Pere Joan, Manel Fontdevila y otros. El ritual de la firma funciona de una forma distinta que en Sant Jordi. Los autores se ven casi en la obligación -lo llevan bien, aparentemente- de estampar un dibujo en los álbumes. A lápiz, con bolígrafo, rotulador, acuarelas o a tinta, cumplen ante colas que pueden ser muy largas, formadas por familias, grupos de amigos, freaks y excursionistas varios.

Ayer fue el día de la conferencia de prensa de los ganadores de los premios del salón: "Ahórrense este año el titular de que el mundo del cómic está en crisis", rogó Manel Fontdevila, director de El Jueves y ganador del premio a la mejor obra por Mantecatos (Glénat). Aunque existe la conciencia de que es necesario llegar a nuevos públicos y que muchos hablan de su trabajo como de algo extra, hecho por amor al arte, "es posible vivir de ello". Josep M. Berenguer, editor de El Víbora, amenazada de cierre, secundó la petición y aseguró tener "sensaciones muy positivas" sobre la reacción de solidaridad con su revista, que se ha traducido en uno de los premios del Salón. Fermín Solís, considerado autor revelación por Los días más largos (Balboa), explicó que dos de sus obras se publicarán en Estados Unidos y Canadá. Horacio Altuna, Gran Premio del Salón, reivindicó por su parte un cómic de tipo social para llegar a nuevos lectores, y los responsables de Cretino hicieron lo mismo con la historieta popular y el papel de los fanzines como mediadores entre autores noveles y editoriales.

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