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La mitad de los votantes se abstendrá en las elecciones europeas

Una encuesta detecta una caída del entusiasmo

La ampliación de la Unión Europea a 25 miembros ha enfriado el sentimiento europeísta en el continente: por primera vez, la ampliación suscita más dudas entre los 10 nuevos entrantes que entre los 15 antiguos miembros, y las próximas elecciones al Parlamento Europeo llevan camino de convertirse en una nueva ducha de agua fría, según datos del Eurobarómetro de primavera.

Los comicios de 1999 fueron los primeros en que no se alcanzó el 50% de participación, y es muy probable que tampoco el 13 de junio la participación supere ese umbral: de momento sólo uno de cada tres europeos está dispuesto a votar. La suma de decididos y muy probables votantes no llega al 50% en el conjunto de la Unión. A pesar de esta frialdad, dos de cada tres europeos están a favor de que la UE tenga una Constitución.

El sondeo, realizado entre febrero y marzo, revela que en los países que entonces aspiraban al ingreso existía un extraordinario pesimismo. De hecho, nunca en los pasados cinco años se habían alcanzado tales cotas de depresión. El 31% de los ciudadanos del centro y del Este esperaba un empeoramiento de la vida en general, y el 52% daba por hecho que la situación económica de sus países iría a peor. Entre los Quince, el pesimismo era menos pronunciado, pero también fuerte, con negativas perspectivas para la situación económica general y el empleo, aunque sin tanto pesimismo en lo relativo a la esfera personal.

Constitución europea

En ese ambiente, en los Quince cayó hasta el 42% (cinco puntos menos que hace seis meses) el apoyo a la integración y aumentó tres puntos, hasta el 39%, el de quienes estaba en contra de ese crecimiento. En los países de la ampliación apenas el 13% estaba en contra, frente al 71% a favor, pero a pesar de este alto apoyo, sólo el 43% de los nuevos creía que la ampliación fuera a resultar buena, frente al 48% en los Quince.

Así se llega a la primera ocasión de probar en las urnas el europeísmo de la UE a 25. La participación en las euroelecciones ha ido cayendo paulatinamente desde 1979, y hace cinco años sólo alcanzó el 49,4%, primera vez que los no votantes superaban a los votantes. No parece que la ampliación haya aumentado el interés por el sufragio. Sólo el 34% en los Quince y el 32% en los Diez tiene decidido votar, que suben hasta el 50% y 44% si se les suman los inclinados a hacerlo. En España, los decididos eran el 31%. Sumados los probables, acudirán a las urnas el 45% de los convocados. Si a éstos se les añaden los más inclinados entre quienes creen que podrían hacerlo, se alcanza una participación española del 63%, en línea con el 64,4% de 1999.

La consulta se celebra días antes de que el Consejo Europeo, si las negociaciones no se empantanan, decida sobre la Constitución europea. Una atmósfera de armonía favorecería la participación dado que tanto entre los viejos como en los nuevos comunitarios, el 63% de la población está a favor de que la Unión se dote de una Carta Magna.

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