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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El testamento real de Carvalho

El tan inesperado como catastróficamente desaparecido Manuel Vázquez Montalbán nunca supo hacer las cosas mal, ni siquiera al irse a morir en Bangkok, como si todo estuviera ya previsto. Ésa fue -ésa es- su marca de fábrica, como la de Paul Valéry la de no pensar o hacerlo mal. Por eso mismo parece todavía no haberlo hecho, sigue vivo entre nosotros y me temo que lo seguirá todavía mucho más, hasta que sus contemporáneos dejemos de serlo -los suyos- a nuestra vez, como si nos hubiera marcado a fuego para siempre, y eso es lo que concebimos como inmortalidad -a nuestra medida- para un escritor, pues no tenemos otra para medirla, ni la suya ni la nuestra. Creo que este su último libro -o su segunda mitad, este Milenio Carvalho II. En las antípodas, al que ahora me refiero mientras me refuto en lo que dije al comentar el anterior, pues pensaba (triste de mí) que ya podía haberlo dicho todo entonces- es la demostración más perfecta de lo que acabo de decir, pues se trata de su prueba más verdadera, de su más perfecto y real testamento, de su mejor conclusión y de la mejor herencia que nos ha podido dejar para toda esa eternidad que nos está y estará esperando para siempre a la pequeña escala que podamos o hayamos podido concebir jamás.

MILENIO CARVALHO, II. EN LAS ANTÍPODAS

Manuel Vázquez Montalbán

Planeta. Barcelona, 2004

416 páginas. 20 euros

¿Que no se trata de una novela policiaca como las demás de la serie sobre Carvalho, que le proporcionó fama, premios, honores y lectores por doquier? Desde luego, pues ¿cómo podríamos concebirlo de otra manera, si ni siquiera las demás lo son de verdad, pues son sobre todo novelas "políticas", no se olvide? Utiliza sus armas de siempre, sus personajes de siempre (que así pasan de ser "recursos técnicos" a convertirse en mitos), su irremediable afición a los viajes, al periodismo, al análisis y la crítica permanente, a las recetas de cocina y a la tremenda profundidad poética con la que siempre dinamitó (cargó de dinamita literaria, no se equivoquen) toda su obra para mejor perforar nuestra lectura, o todas sus posibles lecturas. Y lo que más estremece es que parecía saberlo todo de antemano, que todo estaba ya previsto en su escritura, que así parece haberlo calculado a la perfección, hasta límites que rozan lo grandioso, eso que llamamos la gran literatura.

La pareja de sus protagonis-

tas, Carvalho y Biscúter (Don Quijote y Sancho, Bouvard y Pécuchet, Phileas Fogg y Picaporte y hasta Pickwick y Sam Welles o Budd Abbott y Lou Costello y así sucesivamente), prosigue su iniciado viaje por el mundo entero -y su época- para clausurarlo todo, el mundo, el autor y ellos mismos y sus aventuras, que aquí terminarán y que es un viaje bastante raro para ser total, pues opta por los antípodas para hablar del mundo, tomando el revés por el envés, o las hojas por el rábano. Empezaba en el primer tomo por el Mediterráneo y desembocaba en Malasia a través de nuestros conflictos, Israel, Palestina y Afganistán, siempre misteriosamente perseguidos no se sabe bien por qué ni por quién entre accidentes, atentados, huidas y otras zarandajas. Tras pasar por Bangkok, entre restaurantes, recetas de cocina, mercados y postales turísticas, en este segundo tomo se van a Australia, donde un marinero vasco (Oñate), antiguo militante de ETA ya ex carcelado, les conduce en un velero (Idiazábal) a Suramérica, Chile y Argentina (Península Valdés y las cataratas de Iguazú), atravesando los Andes con la muerte en los talones y llegando hasta Tierra de Fuego y Ushuaia. Luego irán al África subsahariana, Malí, el Polisario y Marruecos para terminar en su propia tierra, Cataluña, de donde pasarán a lo que parece ser el centro del mundo, el del país de los cátaros, el maltratado paraíso de los corazones puros, Carcasona, el centro de los más emblemáticos herejes de la historia universal, aniquilados por una coalición de Francia, España, el Papa y la Inquisición, los poderes fácticos de entonces y de siempre.

¿Y dónde están, en este periplo total, los centros de poder "reales" del mundo tal como los suponemos? ¿Dónde las grandes potencias, sus ideologías, Washington, Nueva York, Moscú, Bruselas, París, Londres y demás adornos e ideologías, que tan bien conoce Vázquez Montalbán casi desde el principio? Pues el final que aquí nos está reservado (y perdón por revelarlo, pero es el centro de toda esta argumentación) en esta fuga que carece de él es tan sorprendente como significativo, tanto por el escenario elegido, el país cátaro y Carcasona, cuyo núcleo central es digno de ser admirado por su conservación y reconstrucción. Vázquez Montalbán fue siempre un partidario de la revolución a ultranza, un antiglobalizador de verdad, cuyo marxismo, como la energía, nunca desaparecerá, pues ni se crea ni se destruye, ni será destruido, ya que sólo se transforma. Milenium es un recorrido y un análisis por lo que sigue siendo la parte válida del mundo a sus ojos, descrito con una capacidad crítica, analítica y sintética a través de un viaje turístico y descriptivo repleto de sentido. Niega lo que llamamos el mundo "de verdad", que rechaza porque no le gusta, y del que termina expulsando a sus personajes, a Biscúter rumbo a Marte desde Carcasona y a Carvalho a la cárcel pasando por Vallvidrera. Con la frase final del detective señalando al mundo alrededor y dirigiéndose a su carcelero, "que le aproveche", como si nos lo dijera a todos, a nosotros mismos incluidos. Y se fue, aunque aquí se haya quedado para siempre.

Vista del puerto de Sidney, Australia.
Vista del puerto de Sidney, Australia.AP

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