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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK | Las consecuencias en Estados Unidos

Kuwait teme ataques de Al Qaeda contra su producción de petróleo

Los atentados en Irak y Arabia Saudí provocan inquietud en el boyante emirato

Los ataques suicidas con lanchas bomba contra las instalaciones petroleras de Basora (Irak), el 24 de abril, y el atentado terrorista anteayer en Janbu (Arabia Saudí) contra la empresa ABB Lummus Global, con domicilio en Suiza, en el que murieron cinco ingenieros y empleados occidentales, ha desatado escalofríos en el tórrido Kuwait. Aunque en el caso iraquí no hubo daños serios y la exportación de crudo se paralizó sólo dos días, y en el saudí la producción no se vio afectada, el Gobierno del emirato observa con estupor, y pavor, la posibilidad de sufrir en carne propia un ataque similar.

"Esto supone un paso adelante temible", ha asegurado al diario Kuwait Times Kamel al Harami, un alto ex funcionario del sector petrolero. Las amenazas explícitas contra el emirato por parte de grupos terroristas comienzan a proliferar. Y se toman muy en serio. "Escenario de pesadilla". Con este augurio abría el citado periódico su edición del 26 de abril, en alusión al ataque contra los depósitos de Basora y los perniciosos efectos que puede acarrear en el mercado del crudo y en el precio de los seguros de las instalaciones y refinerías. Pocos días después, el atentado en Janbu, sumado a las cada vez más frecuentes acciones suicidas en el reino de los Saud, ha añadido más leña al fuego de la incertidumbre. No es de extrañar.

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El petróleo es el cordón umbilical de este pequeño Estado, independiente desde 1961, en el que viven 2,3 millones de personas, aunque sólo 914.000 tienen nacionalidad kuwaití. La Administración recauda el 80% de sus ingresos de la exportación de oro negro, que representa el 95% de sus ventas. El emirato dispone de 94.000 millones de barriles de reservas probadas de crudo, el 9% de las reservas mundiales. Al ritmo de producción actual, tiene petróleo para los próximos 122 años. Pero para mantener a medio plazo el crecimiento económico -un 3,7% previsto para este año- y la producción de crudo (2,4 millones de barriles diarios en 2004) sigue siendo imprescindible la presencia de compañías y técnicos occidentales.

En el Ejecutivo kuwaití han tomado nota de inmediato de que el emirato está en el punto de mira. El país todavía no ha sufrido atentados, pero varios terroristas kuwaitíes han sido detenidos o han muerto en Arabia Saudí a manos de la policía. "Hay una evidente preocupación en el Gobierno desde hace escasos días. Claro que hay medidas especiales de seguridad. Puedes toparte con controles policiales en cualquier carretera en cualquier momento. Hay soldados norteamericanos en todas las bases de Kuwait", subraya un funcionario del Ministerio de Información. Aunque de momento, en los zocos, los kuwaitíes no aprecian el riesgo en la misma medida que sus gobernantes, la dinastía de los Al Sabah. "El emirato ha estado siempre amenazado. La gente está acostumbrada", subraya el funcionario. Kuwait vive en la esquizofrenia. "En realidad", añade, "casi nadie aprecia a los estadounidenses, y menos aún su política en Oriente Próximo. Sabemos quién inventó la guerra de Irak y podríamos echarlos. Pero nos pueden dañar de muchas maneras, precisamente ahora que han amenazado a Kuwait directamente".

El abismo entre la preocupación que muestra sin ambages el Gobierno kuwaití y lo que opinan muchos comerciantes acomodados es palpable. "No tenemos miedo. Aquí estamos seguros. Tenemos la protección del Gobierno, que vigila con grandes ojos", asegura en su despacho del centro de la capital, con una pintura de la mezquita de Omar de Jerusalén a su espalda, Mohamed Ayedshalam, un hombre de negocios de 50 años. El mercader incide en que en su país se han aprendido lecciones vitales después de la invasión iraquí.

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"Los soldados norteamericanos deben continuar en Kuwait para ofrecernos protección. Podemos recibir ataques a instalaciones petroleras, aunque hay pocas posibilidades. Si se van los estadounidenses, habrá una guerra todavía peor", añade, mezclando en su discurso continuas diatribas contra el sionismo. "No queremos la guerra, pero a veces nos ponen en el centro". Aunque no siente precisamente pasión por Washington, Ayedshalam tiene muy claro que no desea su retirada: "Irak nos invadió y ellos los expulsaron. Somos un país pequeño y los necesitamos". Otro comerciante, Abdula Sultán, recalca: "Aunque se estabilice Irak, los americanos deben seguir aquí. Sé que están aquí sólo por nuestro petróleo, pero tenemos vecinos muy poderosos: Irak, Irán, Arabia Saudí. Quién sabe si dentro de cinco años tendremos de nuevo problemas".

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