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Columna
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Lencería y empalago

P. G. Wodehouse (1881-1975) fue uno de esos seres que proporcionó a la Humanidad más duraderas horas de alegría. Quizá el mejor escritor humorístico de la literatura británica, su habilidad consistía en la invención de inolvidables tipos humanos y el uso inteligente de la hipérbole irónica. Así, en una de sus novelas el protagonista, Bertram Wooster, debe enfrentarse con el temible Roderick Spode, "un grandullón con un bigotillo y el tipo de mirada capaz de abrir una ostra a sesenta pasos de distancia". La acción se desarrolla en los años veinte y Spode dirige un movimiento parafascista aficionado a impresionantes desfiles en pantalón corto y camisa negra. Pero el bueno de Bertram consigue reducirle a pulpa gelatinosa cuando descubre (y amenaza revelar) que en realidad es dueño y diseñador de una empresa de lencería íntima femenina que atiende al nombre de Eulalie Soeurs.

Spode recuerda a determinados dirigentes del PP dispuestos a ponerse tremendos a la menor oportunidad que proporcionen las circunstancias. Por mucho que utilicen su severo rostro, la suculenta ostra de la vuelta al poder no se abre sino con habilidad y el instrumento adecuado. Convendría también que tuvieran muy presente que su aspecto más vulnerable -digamos, su Eulalie Soeurs- está constatado desde hace tiempo, de modo que no hay secreto que revelar. Bien lo demuestra el éxodo de ex ministros hacia el oasis europeo para huir del desierto de la oposición en la carrera de San Jerónimo. Dromedarios van a ser necesarios, a no ser que se produzca la conveniente reconversión. Y no sólo del partido sino también del conjunto de la derecha social española. La esperanza más consistente reside en Rajoy que, con lentitud geológica, parece moverse. Situado en la incomodidad que le proporcionan los Spode de su partido, incluido el principal, tan lejano ya a la actualidad política como el rey visigodo Fruela, ha sabido, al menos no citarle ni defender la injustificable decisión que en su día tomó. Tiene ante si un largo camino en que cabe desearle el mejor acierto.

En el lado opuesto, la reciente publicación de la correspondencia de Pla con uno de sus editores proporciona una sentencia que deberían tener presente nuestros actuales dirigentes políticos. "En este país -escribió el solitario del mas de Llofriu- pasa que una persona que el día antes de ocupar un cargo es inteligente se vuelve estúpido y pedante al sentarse en su importante asiento". Así ha sucedido con frecuencia y no es el caso por el momento. Pero sobra quizá en algún momento tono de impostación provinciana,pretensión de omnisapiencia y adanismo. El PSOE -o quizá mejor Zapatero- supo captar un momento de la vida social española y ofrecerle, además, una perspectiva de soluciones. Gracias a ello ganó las elecciones en un ambiente muy esperanzador que contribuyó a crear y probablemente ha crecido y seguirá haciéndolo por algún tiempo. Debiera intentar conservarlo por el procedimiento de evitar la gresca inútil. La oposición está en un estado tan comatoso y desorientado que mejor sería dejarla que se recuperara por sí misma. Más valdría que el PSOE asumiera que el PP no todo lo hizo mal y que, incluso algunos estropicios que provocó, sería mejor rectificarlos que empezar desde cero. Habría que perserverar en la senda de sumar y no restar, ejercitarse en la paciencia, la humildad y la discreción. Se le ha confiado una misión muy dificil y ésas son las armas para para llegar a buen fin. Tendrá siempre la tentación del empalago por las mieles que sobreabundan hoy en las bocas de quienes no hace tanto trataban al actual presidente en diminutivo.

Previo rápido e intenso ataque de aznarofobia, helos aquí reconvertidos. Tras haber entrevistado a D. José María sobre sus aficiones literarias y haber dedicado un programa a José Antonio, Sánchez Dragó está muy interesado en profundizar en lo que hoy se lee en Moncloa. Pero el juicio final no dependerá de funambulistas. Belén Barreiro ha resumido en cuatro grupos aquellos que han dado la victoria al PSOE: el voto útil, el abstencionismo de izquierdas, los primeros votantes y los centristas fluctuantes. Suma excepcional, pero también frágil. Conviene tener buen tiento desde el principio.

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