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Crónica:FÚTBOL | 35ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Villarreal malgasta su buen juego

La Real Sociedad consigue empatar ante un adversario superior, pero conformista

La Real está dormida y el Villarreal en una nube. Por eso ambos equipos sólo despiertan a golpe de castigo. Al Villarreal, que pugna por jugar la final de la UEFA y por la UEFA para el año que viene, da gusto verle jugar al primer toque y al toquecito, con ese aire tan sudamericano que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo, y que le imprime Riquelme con su fútbol dibujado a trazos de dos metros. Su problema es que cada gol lo interpreta como el final del partido y, claro, el rival se le suba a la espalda y a la primera de cambio le enchufa un mandoble que le hace volver al buen camino. Al Villarreal le falta constancia y un delantero centro. Anderson es un jugador plástico, con aire de gacela, pero con poco instinto matador. Todo lo que le llegó en condiciones (y fue mucho) lo empeoró. Quizás por eso Anoeta le despidió con un aplauso cerrado cuando Paquito lo sustituyó para perder tiempo.

REAL SOCIEDAD 2 - VILLARREAL 2

Real Sociedad: Alberto; López Rekarte, Azpilikueta, Schürrer, Potillon; Karpin, Aranburu, Alkiza, Gabilondo (Prieto, m. 74); Nihat y Kovacevic (De Paula, m. 74).

Villarreal: Reina; Javi Venta, Quique Álvarez, Coloccini, Arruabarrena; Josico, Battaglia (Senna, m. 83); José Mari (Martí, m. 93), Riquelme, Roger; y Anderson (Guayre, m. 85).

Goles: 0-1. M. 10. José Mari empuja un centro chut de Anderson. 1-1. M. 41. Schürrer cabecea un saque de esquina. 1-2. M. 46. José Mari quiebra a la defensa y bate a a Alberto. 2-2. M. 70. Centro de Nihat y zurdazo de Gabilondo.

Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Battaglia, Jose Mari y Alkiza.

Unos 20.000 espectadores en Anoeta.

A José Mari, soberbio, le faltó el delantero centro clásico que no fue Anderson
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La Real, sin gasolina, sin ideas, sin dirección, con miedo, agradeció todas esas circunstancias. Y en un auto de fe, que estaba condenado a priori a la apostasía, se inventó un empate que le dejaba más o menos como estaba -a expensas del Espanyol- y con unas horas más de sufrimiento.

Sin Xabi Alonso, en la Real no manda nadie, y el fútbol es tan ramplón como insistente. Pura inercia. Ni Aranburu, con su llegada, ni Alkiza, con sus fútbol corto, son capaces de imponer criterio a su equipo. Así que mientras resolvían sus dudas, José Mari, a base de velocidad y un fútbol garboso, fue desarmando a la improvisada defensa realista, en la que debutaba el joven del filial, Azpilikueta, que no lo hizo ni bien ni mal. El problema era que José Mari es muy rápido y la defensa de la Real muy lenta. Conclusión: dos goles del andaluz, el primero de delantero centro clásico, de killer; el segundo, de delantero supersónico.

Pero la defensa del Villarreal es otra cosa y, por ejemplo, se tragó la entrada de Schürrer al primer palo en un saque de esquina, y se desorientó en un centro de Nihat por su afán de cubrir el primer palo.

Académicamente, el Villarreal le dio una lección a la Real, incapaz de frenar el fútbol preciso del equipo castellonense, bien dirigido por Riquelme y mejor resuelto por José Mari. Pero la indolencia defensiva y la sensación de superioridad le jugó una mala pasada al equipo de Paquito que pudo haber ganado en un remate de Guayre y pudo haber perdido en un remate de Nihat.

Le dolió más a la Real que prolonga su lucha contra el descenso y que emite señales de agotamiento y exceso de miedo. Al Villarreal le escoció malgastar tanta superioridad.

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