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Reportaje:AMAIA MONTERO | Cantante

"Lo que me importa es llegar a conocerme"

Pregunta.

¿Es usted una estrellona del pop?

Respuesta. No. Soy lo más antidiva que pueda haber. No voy de estrella por la vida.

P. "Ser del País Vasco no significa que tengamos que mojarnos". ¿Cómo lo logran, con la que está cayendo?

R. Decir que estamos en contra de todo tipo de terrorismo y de violencia creo que ya es decir lo que el 99 % de la población mundial piensa. Pero por el hecho de que seamos vascos no me gusta que sea más importante lo que digamos nosotros que el resto del país.

P. Premio de la Música a la mejor gira con Lo que te conté mientras te hacías la dormida. ¿Qué es lo más excitante que le han contado mientras se hacía la dormida?

R. Ante lo excitante no me hago la dormida. Queda claro y patente que estoy con los cinco sentidos.

P. ¿Es para todo muy despierta?

R. Sí. Soy increíblemente analítica. Soy muy viva.

P. ¿Por qué cree que Van Gogh se cortaría la oreja?

R. Ni idea. Yo creo que, básicamente, porque estaba un poco loco.

P. ¿Y qué se cortaría si les oyera cantar?

R. Probablemente, la otra.

P. ¿Usted se corta?

R. Sí. Soy tímida. Doy la apariencia de ser, y de hecho lo soy, una persona simpática, que habla mucho. Pero con lo profundo sí que soy reservada y cortada.

P. En su grupo tiene cuatro chicos para usted sola. ¿No es abusar, tal y como está el patio?

R. Puede ser [ríe], pero estoy encantadísima de la vida. Y no permitiría ni que entrara otro ni, por supuesto, otra. Son para mí y yo para ellos.

P. ¿Cómo empezó lo suyo con la música?

R. Desde muy pequeña me gustaba todo tipo de música. Los sábados por la mañana me levantaba, cogía un micro que no funcionaba y me ponía a cantar. Ahora doy clases de canto. Pero el primer disco lo grabé sin tener ni idea de cantar de forma ortodoxa. Absolutamente espontáneo.

P. ¿Le gusta dar el cante?

R. No. No me gusta pasar desapercibida, pero tampoco me gusta llamar la atención.

P. ¿Y eso cómo se come?

R. De repente uno es uno más, y de repente la gente te va conociendo por la calle. Uno no cambia tanto, sino que mucha gente te ve diferente.

P. ¿Cómo cree que la ven?

R. La imagen que puedo dar yo es de una chica normal y accesible. No de superdiva.

P. Se encuentra estupenda de normal.

R. Normal con la diferencia de que a lo que yo me dedico, lo que a mí me gusta es algo artístico, digamos, y tiene una difusión.

P. ¿Y estupenda?

R. Tengo mis virtudes y mis defectos, obviamente. Y soy una persona con una vida interior muy grande: analizo mucho las cosas y lo que más me importa ahora mismo es llegar a conocerme absolutamente a mí misma.

P. ¿No teme caerse de los tacones y desnucarse?

R. Pues la verdad es que no lo temo, y he tenido algún requiebrillo. Supongo que algún día me desnucaré. Eso sí, siempre tengo que llevar botas. Los zapatos me dan una inseguridad tremenda.

P. ¿La Oreja sería menos Oreja con diez o quince centímetros menos?

R. No. Lo que pasa es que soy bajita, y el tacón no sabes lo que te cambia. Pareces otra.

P. Amaia por Amaia, ¿usted o Uranga, la de Mocedades?

R. Las dos.

P. ¿Con quién querría una aventura, aun dejándose la oreja?

R. Con el chico que me gusta. No pienso ni en George Clooney ni en nadie así. Soy más terrenal.

P. Confiese alguna manía.

R. Uy, soy absolutamente maniática. Por ejemplo, las puertas tienen que estar bien cerradas, que hagan el clic, y si no, abiertas del todo; tiene que estar todo absolutamente ordenado o si no, desordenado. Sin términos medios.

P. ¿Y usted es abierta, o cerrada hasta hacer el clic?

R. Yo soy abierta y cerrada. Puedo ser muy cerrada y puedo ser muy abierta. Pues fíjate, si lo pienso, igual esto me viene del tema de las puertas.

Amaia Montero, cantante del grupo donostiarra La Oreja de Van Gogh.
Amaia Montero, cantante del grupo donostiarra La Oreja de Van Gogh.MIGUEL GENER

PERFIL

Con 27 años, la voz de La Oreja de Van Gogh se dice muy observadora, y reconoce que su absoluta falta de puntualidad -aunque asegura que es peor su compañero Xabi- la ha hecho pagarse más de una comida. Le gustan los perfumes, más por los botes que por los olores, y afirma que el escenario es el único sitio donde nunca se corta.

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