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Entrevista:ÁNGEL MARTÍNEZ SALAZAR | Escritor y biógrafo del explorador vitoriano

"Me extraña que no se haya hecho una película de la vida aventurera de Iradier"

Ángel Martínez Salazar (Nanclares de la Oca, 1957) se ha reconciliado con uno de sus aventureros más admirados, su paisano Manuel Iradier (Vitoria, 1854-1911). El escritor alavés ve por fin publicado en toda su extensión y con la calidad editorial que merece su estudio biográfico sobre quien fue el primer explorador de Guinea Ecuatorial, autor además de fascinantes escritos sobre el país del Muni, inventor, masón y fundador de la primera Sociedad Geográfica de España. "Un viajero romántico y soñador", comenta Martínez Salazar, que subtitula el libro como Las azarosas empresas de un explorador de quimeras (Editorial Miraguano).

Pregunta. ¿Qué diferencia hay entre esta biografía y la que publicó hace diez años?

Respuesta. Aquella era una versión reducida impuesta por la editorial que me pidió, una vez escrita, que me atuviera a un número determinado de páginas. Entonces, suprimí algunas de las facetas menos conocidas, como su faceta de animador de la sociedad alavesa de la época o su trabajo como inventor.

P. Fue todo un personaje.

R. Creo que la figura de Iradier sale reforzada, no sólo como viajero, ya que fue el principal explorador español de la época y uno de los más importantes del mundo, amigo de Stanley o Burton. También se realzan esas otras facetas de una vida marcada por la mala suerte.

P. Ha comentado que fue inventor, pero ¿ha trascendido alguna de sus creaciones?

R. Sus inventos estaban marcados por esa mala estrella. Diseñó un papel fotográfico que fue una ruina en su tiempo, también inventó un contador de agua, que tuvo escasa demanda en una época en la que el agua era gratis. El mejor, sin duda, es la caja silábica para imprenta, que permitía componer las galeradas con más rapidez. Y entre sus creaciones más sonadas está la del vino sólido, que no sé si llegó a conseguir, pero todavía me pregunto dónde quedaba el alcohol.

P. En su faceta de explorador tampoco le fue muy bien.

R. Sí, sus exploraciones no contaron con ayuda oficial y la financiación salió de su bolsillo y de los de algunos amigos de Vitoria. Además, una vez que es reconocido como responsable de la soberanía de Guinea recibió muy poco a cambio. Esto no quiere decir que sus investigaciones y trabajos no fueran reconocidos en vida. Todo lo contrario: vivió con estrecheces económicas, pero fue un personaje admirado, respetado y querido por sus conciudadanos.

P. Era un visionario.

R. Hay que tener en cuenta que, ya de adolescente, Manuel tenía su cuarto pleno de mapas, cartas geográficas, libros de viajes, novelas de aventuras, instrumentos de navegación, colecciones de minerales..., lo que indicaba cuáles eran sus preferencias y anhelos. Y que con 14 años ya había diseñado un proyecto de exploración que, iniciado en Suráfrica, terminaría en Trípoli: África, de Sur a Norte, con una duración de tres a cuatro años y un coste, siempre aproximado, de 100.000 pesetas de las de entonces.

P. En el libro apunta algunas facetas desconocidas.

R. Son aspectos que han pasado de soslayo porque no interesaban en una época mojigata como la de la segunda mitad del XIX. El ama de cría de su hija era su amante; además, era masón. En fin, que no deja de ser un personaje de novela con una madre que murió cuando era niño y un padre que le abandona.

P. Todo un arquetipo romántico.

R. Ciertamente, cuando se murió se cerraba una vida novelesca. Lo que todavía me extraña es cómo a nadie se le ha ocurrido realizar una película o una serie de televisión sobre las aventuras de Iradier.

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