Ventanas al Mediterráneo
Europa crece hacia el Este, en la órbita de Alemania, pero también toma posiciones en el Mediterráneo. La Unión gana con Malta y Chipre nuevas plataformas para estrechar relaciones políticas y comerciales con el norte de África y Oriente Próximo. La importancia estratégica de ambas islas desborda con mucho su desarrollo económico, que se sitúa a la cabeza de los nuevos Estados miembros, y, por supuesto, su superficie y población. Pero también incorpora, en el caso de la partición de Chipre, nuevos conflictos al catálogo de problemás de la UE.
Con una renta per cápita que alcanza el 80% de la media comunitaria, la tradición comercial de ambos países mediterráneos se ve consolidada además por su papel de puente entre ambas orillas mediterráneas y de puerto franco. El idioma inglés, herencia de más de un siglo de dominación colonial británica, es también el principal activo de su mano de obra. El sector servicios, sobre todo el turismo, da empleo al 65% de los trabajadores del sector grecochipriota, el único que ingresa ahora en la Unión, en tanto que el embargo internacional impuesto desde hace 30 años al sector norte tras la ocupación militar turca ha sumido al norte de la isla en la pobreza y el desempleo.
La Unión gana con Malta y Chipre nuevas plataformas para sus relaciones comerciales con el norte de África y Oriente Próximo
El inglés, herencia de más de un siglo de dominación colonial británica, es también el principal activo de su mano de obra
A pesar del no masivo de la población grecochipriota en el referéndum sobre la reunificación de la isla del pasado 24 de abril, la UE ha decidido apoyar el norte grecochipriota con más de 250 millones de euros. La Comisión Europea ha evaluado en más de 2.000 millones de euros en cinco años el coste de la reunificación de Chipre.
Malta se presenta también dividida en el momento de la ampliación. El referéndum para su adhesión a la UE celebrado hace un año, en el que el sí no superó el 53%, muestra la fuerza de la oposición del euroescéptico Partido Laborista al Gobierno nacionalista y conservador, que ha impulsado el proceso de integración con Europa desde hace tres décadas. Los poderosos sindicatos malteses, que temen que las regulaciones comunitarias arrruinen la industria de la isla, han conseguido que el Gobierno de La Valetta negociase con Bruselas cláusulas de salvaguarda para sus astilleros. Pero la católica Malta también ingresa en Europa con garantías para su tradicional neutralidad y para las prohibiciones legales del aborto y el divorcio.
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