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MOTOCICLISMO | Gran Premio de España en Jerez
Columna
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Yamaha M1 vs Honda RC211V

Como era de esperar, el duelo entre Honda y Yamaha está marcando el inicio del Mundial. Se trata de dos máquinas estructuralmente muy similares, a grandes rasgos, pero con ciertas diferencias en el anclaje del motor y en la suspensión trasera. Ambas llevan chasis doble viga de aluminio, en forma de U -un concepto original del ingeniero barcelonés Antonio Cobas, fallecido el pasado 14 de abril- horquilla delantera invertida (Showa para la Honda, y Ohlins, algo más larga, en la Yamaha) y basculante trasero con monoamortiguador. En la Yamaha éste es algo más largo, con el refuerzo por debajo, y el amortiguador anclado en el chasis, mientras que la Honda lo sujeta al basculante. Pero si sus piernas se parecen, el corazón lo tienen bien distinto: lo único común entre ambos motores es su ciclo 4 tiempos, como en los coches, y su alimentación inyección electrónica. Fiel a su configuración V5, el Honda tiene más cilindros, mejor repartidos -entrega la potencia de forma menos violenta- y más caballos: 240 a 15.000 rpm. Yamaha, en cambio, opta por un 4 en línea, arquitectura habitual en las motos deportivas de serie, y a priori menos adecuado para la competición; sin embargo sus ingenieros han modificado la secuencia de explosiones de este motor para que se comporte como uno en V. Ahora, con un cigüeñal diferente al del año pasado, la culata con dos árboles de levas más juntos y menor ángulo entre las válvulas, rinde 220 CV a 14.000 rpm. Aunque su entrega de potencia es algo más brusca que en la Honda y a priori gira menos cómodo a alto régimen, las múltiples posibilidades de regulación electrónica del encendido hacen que la arquitectura del motor sea hoy un factor menos determinante. De todos modos, en esencia estamos hablando de un artefacto que se desplaza a gran velocidad sobre dos gruesos donuts de goma como único punto de contacto con el suelo, cuyo peso y adherencia va variando a lo largo de la prueba. Y a fin de cuentas, lo que verdaderamente cuenta en el fondo como lo gobierna con su cerebro y su cuerpo el tipo que va montado encima. Y ahí, ante el maestro Rossi, ci si inchina al re.

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