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LA POSGUERRA DE IRAK

Una ciudad fantasma

La salida de los marines de las zonas civiles de Faluya ha dejado una ciudad fantasma, donde apenas se ve vida, mientras los habitantes cuentan a sus muertos enterrados en campos de fútbol, mezquitas y jardines. El centro de Faluya aparecía ayer desierto. La única presencia eran unos grupos furtivos apostados en algunas esquinas, entre los que había varios hombres armados, unos embozados, otros exhibiendo sin recato sus fusiles.

Tras la evacuación de las fuerzas estadounidenses de los barrios sur de la ciudad durante la mañana, las fuerzas iraquíes que debían ocupar sus puestos en la localidad no se habían hecho presentes a última hora de la tarde. Las tiendas, los cafés, los parques, todo estaba cerrado. Un padre sacaba a pasear a su niño, ambos como perdidos en una ciudad de sombras, donde flotaba un olor a comida podrida.

No había casi ruidos en la ciudad clausurada, pero el zumbido de los aviones militares era intermitente. Algún tiro esporádico podía oírse en la lejanía. Policías iraquíes que han aguantado un mes de refriegas, apoyados por voluntarios locales, se encargan de proteger de los rateros las numerosas casas que llevan vacías días o semanas.

El responsable local del Auqaf (bienes religiosos), que gestiona las mezquitas y cementerios, Safa Chaker al Yumeili, dijo que los habitantes de Faluya han tenido que habilitar dos cementerios improvisados en el Club Deportivo. En la explanadas de tierra batida del centro, los habitantes habilitaron cientos de tumbas muy apretadas unas contra otras, en las que en algunos casos han metido dos y hasta tres cadáveres ante la cantidad desbordante de víctimas.

Un muchacho con su Kalásnikov en ristre y cartucheras a lo largo del cuerpo, con el rostro cubierto, recorre como ido la explanada en busca de algún ser querido. También este cementerio se quedó pequeño, y hubo que echar mano de los patios exteriores de 10 mezquitas, y hasta de los jardines privados, según recuerda Al Yumeili.

El jefe del Gobierno local, Saad Ala Mahdi al Rawi, se ha mostrado "sorprendido" por el acuerdo alcanzado para la retirada de las tropas de EE UU de la ciudad, y dijo que ha sido un acuerdo "entre militares".

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