Beethoven deconstruido
Vamos a ver si nos entendemos. Probablemente el Beethoven -los cuartetos nº 13, 14 y 16 más la Gran fuga- del Cuarteto Hagen no es el ideal, pero, lo que se dice provocador, más que ninguno. Estos todavía jóvenes austriacos se han formado con Walter Levin, Nikolaus Harnoncourt y Gidon Kremer, lo que les da una marca genética acorde con los resultados de lo que hacen, que van de la sorpresa inicial a una cierta fatiga ante una propuesta que no deja indiferente. Sigamos. ¿El hecho de no dejar indiferente es una virtud en sí mismo? Pues la verdad es que no. Tampoco lo es, aunque lo parezca, que al escuchar al Hagen se acuerde uno de sus propias raíces y reconozca que le gustaba más el Végh y le gustan más el Alban Berg o el Emerson. Luego ya vamos ganando algo, por la vía comparativa, en un esfuerzo que, les aseguro, no ha sido grano de anís. Tras el último compás de los dos conciertos llega la pregunta trascendental: ¿me ha gustado? Y la respuesta es que sí y que no. Sí, porque de todo se aprende. No, porque lo aprendido no cambia la idea. ¿Hacían falta alforjas para ese viaje?
Liceo de Cámara
Cuarteto Hagen. Obras de Mozart, Beethoven, Webern y Kurtág. Auditorio Nacional. 28 y 29 de abril.
Resumamos. En el haber del Hagen está su capacidad para analizar, deconstruir -pero sin mostrar contradicciones ni ambigüedades-, aislar y poner al desnudo y a la vista el mínimo átomo de escritura. En el debe, como es natural, la ausencia de línea emocional -tiempos lentos sin ánimo expresivo-, la exageración en algunos ataques, la uniformidad de un discurso que sitúa en el mismo plano -en la mesa de disección- a Mozart, Beethoven, Webern y Kurtág que parecen, al cabo, el mismo compositor. Se dirá que es que miran las obras desde el presente. Acabáramos, ahí está el detalle. No las miran desde el futuro que anuncian, sino desde el hoy que las lee, de forma que a lo hecho por sus autores suman lo escrito por los demás. Es la negación del historicismo. Beethoven ya no es ni un clásico ni un romántico, sino el paradigma de una modernidad que hoy tiene su límite en Kurtág pero mañana puede tenerlo en Mauricio Sotelo, según lo que dure el Cuarteto Hagen. Apasionante si se quiere, generacional incluso, inexacto también. Una forma de ver las cosas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.