_
_
_
_

Calder-Miró, en movimiento

LA PRIMERA obra que Alexander Calder vio de Joan Miró fue en París, en 1928. Se trataba de un collage titulado Bailarina española, fruto de la unión entre una pluma, un corcho y una aguja sobre un cartón. "Me quedé perplejo", comentó, "aunque no me parecía que fuera arte". Miró, tímido, siempre impecablemente vestido, muy conservador. Calder, expansivo, con pantalones vaqueros negros, camisa roja, botas. Pero debajo de aquellos atuendos tan diferentes había dos hombres con mirada de niño, que adoraban el espacio, las fantasías, el azar y el circo. Fueron amigos entrañables hasta la muerte de Calder, en 1976. La Fundación Beyeler recuerda a través de 60 piezas de Miró y 70 mobiles y stabiles de Calder aquella relación tan particular que se desplegó en estrategias y métodos de trabajo similares: visiones orgánicas a través de formas abstractas y biomórficas que hicieron aquella amistad más fuerte y fecunda.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_