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Columna
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Mujeres y tedio

El que haya más mujeres que hombres en el Gobierno de Manuel Chaves tiene una ventaja innegable: superada la novedad, ya no volverá a ser noticia un acontecimiento similar. Dice Chaves que no ha sido intencionado, que le "salió así". No tendría nada de particular: hace ya unos cuantos años que en las universidades el número de mujeres supera al de hombres. También esta proporción es similar en trabajos que estaban vedados a las mujeres hasta hace una treintena de años, como la judicatura. Quizá, entre otras razones, porque es la Administración el único empresario que no pone mala cara cuando sus empleadas piden la baja por maternidad.

Pero, curiosamente, el acceso de la mujer al poder sigue viéndose como una rareza y no es sólo cosa de los medios de comunicación: son los gobernantes los que han adquirido la extraña costumbre de hacerse una foto por separado con las mujeres de su Gobierno, mujeres que acostumbran a subrayar lo excepcional de su presencia vistiéndose en las tomas de posesión como si fueran a una fiesta y no como si fueran a trabajar.

La pregunta que habría que hacerse es si el aumento de mujeres en el poder ha servido para aumentar su grado de participación política: le he trasladado por correo electrónico esa pregunta al departamento de prensa del PSOE-A y no he obtenido respuesta.

En cualquier caso -y al margen de que fuera intencionado o no-, ha sido el nombramiento de un mayor número de mujeres en su Gobierno el que ha convertido en noticia la quinta toma de posesión de Chaves como presidente de Andalucía, acontecimiento que se ha sacudido lo que tiene ya de rutinario gracias a un puñado de frases: me siento "feliz como un pájaro", como si estuviera "en una nube", "hemos hecho lo más difícil" y ahora haremos "lo más importante"... Hay fórmulas verbales que maquillan el tedio, como bien saben los viejos amantes aburridos. Siempre nos queda la retórica.

El gaseoso proceso de la "segunda "modernización" parece pretender, entre otras cosas, convertirse en un antídoto contra el aburrimiento de la ciudadanía. De ahí que se hablara de entablar un gran debate que, finalmente, quedó en un foro de internet muy poco visitado y en una serie de conferencias a las que asistían casi exclusivamente empleados de la Junta y el PSOE.

En su última -por el momento- toma de posesión, Chaves convocó una "gran movilización cívica y ciudadana" para que impulsara la llamada "segunda modernización". Ignoro qué utilidad podría tener algo así. Son los gobernantes los que reciben el encargo de la ciudadanía, a través de sus votos, de buscar soluciones y organizar a la sociedad. Cuando es la ciudadanía la que necesita movilizarse para empujar al poder es que estamos ante un mal síntoma.

Eso fue lo que ocurrió, por ejemplo, cuando el Gobierno de la nación tardó en actuar en la catástrofe del Prestige o cuando se demoró en dar explicaciones sobre la autoría del 11-M.

Hay que resignarse. Quizá nos sirva de consuelo pensar que las democracias son y tienen que ser aburridas. Algún defecto tenían que tener.

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