Gervasio Sánchez, periodista
Su equipaje, además del casco y un chaleco antibalas, incluye cinco cámaras de fotos, cables, cargadores de baterías, dos teléfonos satélite y un ordenador portátil
El fotoperiodista Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) es uno de los corresponsales de guerra españoles más veterano. Comenzó en Israel en 1982. Desde entonces ha informado de los conflictos armados en América Latina y de las guerras de Croacia, Bosnia, Ruanda, Liberia, Sierra Leona y Afganistán. Acaba de regresar de Irak, desde donde el 4 de abril retransmitió en directo el ataque de los radicales chiítas a las tropas españolas del cuartel de Nayaf. El equipaje del corresponsal pesa más de 30 kilos. Además de un chaleco antibalas y un casco, incluye cinco cámaras de fotos, objetivos, cables, cargadores de baterías, dos teléfonos satélite y un ordenador portátil.
"Cuando estaba en Sarajevo tardaba más tiempo en enviar la crónica que en escribirla. Tenía que pedir a la gente de la agencia Associated Press o Reuters que me dejaran mandarla porque ellos tenían acceso al satélite. A veces me veía obligado a viajar por el interior de Bosnia porque sabía que había alguien con satélite. Ahora, con los teléfonos, puedo escribir hasta el último minuto porque envío la crónica desde el hotel".
El teléfono satélite le facilita también la tarea de mandar las fotografías con rapidez. Obtiene las imágenes con una cámara digital. Para que la transferencia de los archivos sea a más velocidad, reduce el tamaño de las imágenes con el ordenador. "Me hubiera gustado tener un teléfono satélite cuando estaba en Bosnia. Desde allí enviaba las fotos con alguien que regresaba a España".
Sánchez emplea la Nikon digital para el trabajo periodístico, pero lleva cuatro cámaras más cargadas con película. "Para exposiciones y para publicarlas en libros, prefiero las cámaras tradicionales y, por supuesto, el blanco y negro".
Utiliza dos teléfonos. Uno, conectado al satélite Inmarsat, que incorpora una antena y que es más voluminoso, le permite enviar las crónicas y las imágenes sin salir de la habitación. El otro es un 'Thuraya', un poco más grande que un móvil convencional. Pesa unos 200 gramos y le resulta muy útil para intervenir en directo en la radio. "El Thuraya funciona mejor en el exterior que en el interior". Lo empleó para contar a los oyentes de la SER el ataque al cuartel de Nayaf. "Me costaba trabajo escuchar lo que me decían desde Madrid por el ruido de la balacera. Lo peor de este oficio es no poder transmitir lo que ves. En Sarajevo, hablar por teléfono costaba casi 60 dólares el minuto. Llamaba al periódico y les pedía que informaran a mi familia de que estaba bien. Con el Thuraya cuesta menos de un euro por minuto y puedo hablar cada día con mi mujer y mi hijo".
A veces, el problema es la electricidad. "En Afganistán compramos un generador de electricidad entre cuatro periodistas a un precio muy alto . Antes de irnos, lo vendimos por una cuarta parte de lo que nos costó". Una base de enchufes es otro de los elementos imprescindibles en el equipo del corresponsal. "Todo funciona con baterías: las cámaras, los teléfonos, el ordenador... Envías la crónica y te relajas".
La semana pasada el Gobierno de Aragón le concedió la medalla al mérito profesional. "Me considero un periodista independiente. Mi relación más estrecha es, por encima de todo, con Heraldo de Aragón". A su juicio, "un corresponsal de guerra es el que empieza con veinte años y se jubila con 65; una persona que hace un trabajo especializado durante toda su vida, que ve cosas que otra gente no puede ver y hace un papel de intermediario".
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