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Columna
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Presidir no es gobernar

Cuando está a punto de cumplirse un año de su llegada a la presidencia de la Generalitat, Francisco Camps sigue gastando el grueso de sus energías políticas en la batalla interna que tiene lastrado a su Gobierno. Está previsto que mañana se celebre la junta directiva del PP que deberá encumbrarle a la presidencia regional del partido. La batalla interna está siendo de tal calibre que Camps no ha dudado en colocar al frente de sus filas a Carlos Fabra, a pesar de estar acusado en varios procesos judiciales.

En una situación de normalidad democrática Carlos Fabra debería haber dimitido hace meses. Sin embargo Camps prefiere sumar los apoyos internos que desde Castellón pueda aportarle Fabra en su combate frente a Zaplana, a cualquier otra consideración de ética política. Camps sabe que asume riesgos pero parece estar dispuestos a correrlos.

Camps se comprometió al comienzo de la legislatura a comparecer semanalmente ante las Cortes para responder a las preguntas de la oposición sobre la acción de su Gobierno. No puede decirse que haya cumplido la promesa, pues han sido muchas las ocasiones en que ha escurrido el bulto. El silencio más clamoroso fue precisamente a propósito de Fabra y tuvo lugar el pasado mes de febrero cuando Esquerra Unida le preguntó por el asunto y Camps consiguió que la Mesa de las Cortes devolviera el toro a los corrales, negándose en dos ocasiones a tramitar las cuestiones planteadas por el diputado Joan Ribó, portavoz de Esquerra Unida. Ribó ha vuelto a insistir y en principio el próximo jueves está previsto que Camps comparezca y se manifieste "sobre la situación política provocada por la denuncia al presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, y su posterior imputación judicial". Si Camps cumple con sus compromisos acudirá a esa comparecencia con el lastre que supone haber tenido que recurrir a los apoyos de Fabra en sus guerras internas.

En la misma sesión de control parlamentario el líder de los socialistas valencianos, Joan Ignasi Pla, interpelará a Camps sobre las medidas que tiene previsto tomar la Generalitat para hacer frente a la difícil situación que actualmente atraviesan los sectores productivos tradicionales de la Comunidad Valenciana.

En cualquier caso, antes Camps deberá superar la reunión prevista para mañana, en la que se supone que saldrá elegido presidente del PP valenciano y el pacto entre las distintas facciones no parece cerrado. O al menos no lo estaba en la mañana de ayer, cuando el presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, aseguró que no renunciaba a nada, en relación a su posible candidatura para sustituir a Eduardo Zaplana como presidente del PP en la Comunidad Valenciana. "No renunciamos a nada. ¿Me has visto renunciar a algo alguna vez?", dijo Ripoll cuando un periodista le preguntó por la sucesión en la presidencia del PP.

Así las cosas y si Camps no se planta frente al acoso zaplanista, podría encontrarse en el PP con una situación similar a la que sufre en la Generalitat de la que, sí es presidente, pero grandes parcelas de poder están controladas por sus enemigos internos. El hecho es que hoy Camps preside la Generalitat y puede que mañana su partido, pero está por ver que en ambas instancias sea él quien gobierne... si es que alguien lo hace.

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