Que Dios le eche otra mano a 'Dios'
Las puertas de la clínica y toda la calle se han convertido en un altar para los testimonios de los fieles a Maradona
El dilatado corazón necesita la ayuda de medicamentos para mantenerse en ritmo, pero late. Los pulmones, afectados por la neumonía, requieren una dosis extra de oxígeno, pero respiran.
El último parte médico difundido ayer por los médicos que atienden al ex futbolista Diego Armando Maradona en la sala de cuidados intensivos de la clínica Suizo-Argentina, de Buenos Aires, les devolvió también el corazón y el aire a los aficionados argentinos y extranjeros que el pasado sábado, al caer la tarde, se quedaron como congelados en el invierno anticipado cuando se confirmó la noticia de que el paciente había necesitado nuevamente, apenas un día después, la asistencia mecánica para poder respirar y mantenerse con vida.
El respirador fue reemplazado otra vez ayer por una máscara de oxigeno. La temperatura es normal, no tiene fiebre, y el corazón mantiene un ritmo estable. La neumonía aspirativa, provocada a causa de las bacterias que penetraron en sus pulmones cuando Maradona se tragó sus propios vómitos antes de ingresar en el centro sanitario, también se halla bajo control.
El pronóstico es "reservado". El tratamiento será prolongado y lenta la recuperación. En cualquier caso, la evolución se considera "favorable" porque el ex barcelonista y ex napolitano superó el periodo crítico de las primeras 72 horas. Eso sí, su estado general continúa siendo "delicado" a causa de los antecedentes y del cuadro "de base".
Ayer se cumplieron siete días desde que Maradona permanece inconsciente. La guardia de la sala de cuidados intensivos fue reforzada. Cuatro pisos más abajo, las puertas de acceso a la clínica y toda la calle se han convertido en un altar al que acuden los fieles para dejar allí los testimonios de afecto al mito pegados en las paredes.
Cartas, mensajes, ruegos, fotografías, dibujos, estampas religiosas, rosarios, cruces y plegarias dirigidas a Dios para que le eche otra mano a Dios. Los padres llegan con sus hijos; los turistas, provistos con sus cámaras de fotos. Todos se disputan las copias de los partes médicos como si fueran las camisetas o los botines del ídolo futbolístico.
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