El bajonazo

El plenario del Ayuntamiento de Barcelona dice que "es contrario a la práctica de las corridas de toros" sin que quede claro a qué clase de práctica se refiere. Si al natural apareo de tan admirable animal, a su necesidad de apacentarse por las praderas o a su inclinación a la embestida cuando se le dan motivos para ello y en donde residen las claves de un ritual de excepcional belleza. Los toros se habrán sentido muy resabiados por los trapazos retóricos enjaretados hacia no se sabe bien qué prácticas suyas. El pleno se ha pronunciado en cuclillas tras el burladero de la demagogia, y ésas no son maneras de intentar una faena presentable. La cuadrilla del plenario no debe tener muy claro que es eso de salir a los medios en busca de faena, o lo que pueda significar "parar el tiempo con instantes de indecible belleza o entrar con verdad en corto y por derecho". Parece una cuadrilla con formas de maletillas y clamorosa falta de escuela, lo que casi siempre acaba en espantás del peor estilo.

Lo procedente sería tocarle los tres avisos y la devolución de sus zainas propuestas al corral de los fracasos sin remedio. Quizá todo se deba a que eso de los toros es demasié para el body de tan polvorientos personajes, que parecen estar instalados en la vía estrecha de su nula sensibilidad, mostrenca pequeñez y mayúscula torpeza.