Enigmas de la enseñanza
Los profesores, en una encuesta del día, estiman que lo más grave de la enseñanza es que los padres se desentienden de la educación de sus hijos. Podría añadirse el factor de cómo los hijos se desentienden de lo que dicen sus padres, cuando lo pueden decir: están trabajando a todas horas para poder pagar los colegios carísimos en los que creen que sus hijos se podrán educar y que los profesores están más preparados que ellos. Yo soy un descendiente de mis hijos, que me dejaron cuando me tenían a medio enseñar sobre lo que es la verdadera vida, y los laberintos de la nueva cultura y la contracultura. Pero esto no es regular. Sobre todo, porque como no fui nunca un padre regular, estuve dispuesto a entender lo que emanaba de ellos. Todavía hay quien me lo reprocha y me hace culpable de sus desgracias: el fascismo salta donde uno menos lo espera. Creo que fui de una generación educada en los años republicanos y prerrepublicanos, y los siguientes que tenían todavía datos, sabidurías y enseñanzas. Luego me eduqué en una redacción: entonces los redactores tenían sus personalidades, sus historias, su anecdotario. Ahora hay más uniformidad; el libro de estilo es sólo uno, y no uno de cada redactor.
Viejas historias. El hecho es que desde Franco se repudió el humanismo para adaptarlo a la teología, se escondieron las verdades porque no estaban de acuerdo con el orden. Finalmente, la multiplicación geométrica de lo que se ha de saber y no se sabe simplificar, lo que llamaríamos el apelotonamiento de las asignaturas, y lo que queda de nacionalcatolicismo en los colegios caros, en una época en que los padres confunden carestía con calidad, hacen que lo que ha de saberse no sólo es difícil para los hijos, sino incomprensible para los padres y, a veces, estrangulador para los maestros. Si se añaden los apretones de la vida sobre las familias, la angustia de padre y madre que trabajan, la estultez del televisor mal utilizado, el griterío del ocio en la calle, podremos encontrar más datos. Por ejemplo, la falta de esperanza en el trabajo y la vivienda; los profundos disgustos familiares en una sociedad patas arriba; por ejemplo, los enigmas hombre-mujer que ahora son distintos de lo que fueron...
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