Hungría no olvida a sus ciudadanos perdidos
Más de tres millones de magiares viven en los países vecinos desde el fin del Imperio Austrohúngaro
Uno de los temas más delicados en Hungría es la situación de los casi 3,4 millones de magiares que viven en los países vecinos. La entrada en la UE obligó a Budapest a modificar la ley sobre el estatus de los húngaros del exterior, que otorgaba derechos especiales a las minorías magiares que viven en Rumania (1,6 millones de personas, la mayor minoría de Europa) y, en menor medida, en Serbia (Voivodina), Eslovenia, Eslovaquia, Croacia y Ucrania. Rumania y Eslovaquia protestaron porque consideraban que la ley, que otorgaba un carnet de identidad húngaro, ayudas para la educación y permisos de trabajo, era una interferencia en sus asuntos internos.
Estas quejas recibieron el respaldo de la Comisión Europea, que consideró que la norma, aprobada el 25 de julio de 2001 con el 92% de los votos del Parlamento, era discriminatoria. El actual Gobierno socialista húngaro se vio obligado a descafeinar la ley, que en su versión aprobada en junio limitaba las ventajas a la cultura y disociaba el apoyo a las familias del carnet de identidad húngaro. La "pertenencia a la nación húngara" fue reemplazada en la nueva ley por la "relación con el patrimonio cultural húngaro".
"Una de las cosas más importantes en la vida de la gente es la historia y esta historia va a cambiar con la entrada de Hungría en la UE", asegura el novelista Attila Bartis, húngaro nacido en 1968 en Rumania (Tirgu Mures / Marosvásárhely), autor de la novela La calma (El Acantilado).
"Confío en que las relaciones de Hungría con sus vecinos cambien radicalmente. Quizás puede ser un idealismo político, pero confío en que el ingreso sea muy beneficioso para los húngaros que viven fuera", agrega Bartis.
La historia y la identidad nacional tienen un peso enorme en este país, como puede comprobarse en la marea de banderas que inunda Hungría el 15 de marzo, día de la fiesta nacional, que conmemora la revolución de 1848 contra los Habsburgo, durante la que se declaró un Estado nacional. Casi tan importante como aquella fecha es el 4 de junio de 1920, cuando se firmó el Tratado de Trianón, que estableció las fronteras tras la Primera Guerra Mundial y la desaparición del Imperio Austrohúngaro. Hungría perdió dos tercios de su territorio, se quedó con 10 millones de habitantes y 3,4 millones de magiares acabaron en otros países, casi la mitad en Transilvania, la gran herida que nunca acaba de cerrar. Las relaciones de Hungría con Rumania o Eslovaquia nunca han sido fáciles desde entonces. Muchos confían en que, bajo la bandera europea, las cosas comiencen a cambiar.
"La ley de estatus fue un intento para tratar de normalizar las relaciones de los húngaros con la madre patria; pero pienso que una adhesión a la UE de los países en los que hay comunidades magiares sería mucho más beneficiosa que cualquier ley. Por eso considero que Rumania debe entrar. Mejorar la situación no sólo de los húngaros que viven en Rumania, sino en todos los Balcanes, será un trabajo para varias generaciones", manifiesta Bartis. Mientras que Eslovaquia y Eslovenia ingresarán el 1 de mayo, al igual que Hungría, Rumania tiene previsto hacerlo en 2007. Los plazos para el resto de los países con comunidades magiares son mucho más largos.
El 15 de marzo, Attila Kovacs, veterinario de 54 años y miembro de la Federación Mundial de los Húngaros, recoge firmas en Budapest a favor de que se conceda la nacionalidad a los húngaros de origen de los países vecinos. "Con la entrada en la UE puede cambiar la situación para los húngaros de aquellos países que también entren el 1 de mayo, a los demás les dará igual. En cualquier caso, creo que deben tener la ciudadanía húngara porque nadie les preguntó nunca si querían dejar de ser húngaros", señala.
András Inotai, director del Instituto de Estudios de Economía Mundial de Budapest, se muestra muy crítico con la primera ley de estatus. "El enfoque del Gobierno anterior de dar énfasis especial a los húngaros fuera del país fue erróneo porque no investigó las condiciones del ingreso a la UE, fue ahistórico ya que no contó con la sensibilidad (justificada o no justificada) de los vecinos y fue peligroso para la estabilidad de la región. El presente Gobierno trató de ajustar la ley a los requerimientos de la UE, y ha subrayado la importancia de la integración de Hungría en la Unión como la condición básica de crear un ambiente de estabilidad, cooperación económica y mejores condiciones para los húngaros en los países vecinos".
Y desde el Gobierno se apuesta por "la ampliación de la ampliación" como solución para un problema nacional que Hungría arrastra desde hace 90 años. "La incorporación de nuestros vecinos es fundamental", señala Peter Gottfried, secretario de Estado para la Integración en Europa.
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