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VITOR BAÍA | Portero del Oporto | FÚTBOL | Semifinales de la Liga de Campeones

Demasiado guapo para ser portero

Esta noche, en Oporto la grada rendirá pleitesía a Vitor Baía, como siempre, portero al que idolatra por mucho que en la camiseta lleve el número 99 a la espalda. Se lo puso el día que volvió al club desde Barcelona, donde fracasó, para sentirse de nuevo admirado más allá de su físico. No en vano, en el Camp Nou su recuerdo sigue vigente más por guapo que por buen portero. "Me molesta que se me elogie por el físico antes que por mis condiciones como portero", se cansó de repetir Baía. En su país ganó la pelea que perdió en Barcelona. "Tuvo mala suerte, es el mejor portero extranjero que ha tenido el Barça", asegura Busquets, que perdió la titularidad tras la llegada del portugués en 1996.

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Para la mitad de la población portuguesa, ese hombre, nacido en San Pedro de Afurada hace 34 años, pasa por ser el mejor guardameta de la historia del país. Cuando menos, un dato le acredita: nadie jugó más partidos internacionales bajo los palos de la selección (80), pese a que el Oporto le fichó por casualidad.

Un espía se acercó al campo donde jugaba la Academia de Leça, el equipo infantil donde comenzó su trayectoria. Buscaba a Domingos, delantero al que fichó. El entrenador escondió al portero titular para evitar que le desmantelaran el equipo. Jugó Baía y se lo llevaron a Oporto de inmediato. Ya en el primer equipo, donde lo ha ganado todo, se mantuvo imbatido durante 1.192 minutos en la campaña 1990-1991, rompiendo el registro de Manuel Bento, imbatido durante 1.079 minutos once temporadas antes. A golpe de vuelos y títulos se convirtió en mito. Como tal llegó a Barcelona el verano de 1996, tras una rocambolesca operación en la busqueda de un portero que afianzara el proyecto Robson. "Es el mejor del mundo", insistía Sir Bobby, razón por la que Núñez rompió el preacuerdo con el alemán Koepke por la mañana y por la tarde contrató a Baía.

"Demasiado guapo para jugar de portero", avisó un veterano jugador del Barcelona, célebre por sus sentencias, el día que le vio aparecer en el Camp Nou, vestido de azul celeste, con su nombre impreso en las mangas de la zamarra. Pero bajo la tutela de Robson fue titular indiscutible, acumulando errores y fans a la par. Con Van Gaal fue suplente de Ruud Hesp, calentando el lugar en el banco que debía ocupar el holandés. Tras ganar Liga, dos Copas, y una Recopa, volvió a casa previo enfrentamiento con Van Gaal. Hoy, marginado por Scolari de la selección, medio Portugal presiona para que vuelva. En el debate, sigue idolatrado por la afición y tan guapo como siempre. Tal vez demasiado para ser portero.

Vitor Baía, en el entrenamiento de ayer.
Vitor Baía, en el entrenamiento de ayer.REUTERS

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