Un hombre muere apuñalado en Moratalaz
José Antonio Hac Orvich, de 27 años, murió ayer como consecuencia de las heridas que sufrió en el transcurso de una reyerta en la madrugada del domingo en un pub de Moratalaz. José Antonio y dos de sus hermanos hicieron una apuesta con otras tres personas que había en el local: el que no marcase ningún gol en una partida de futbolín tendría que pasar por debajo de este mueble recreativo. Pero los perdedores se negaron a cumplir lo acordado y a someterse al rito humillante. Esto provocó una discusión en la que uno de los perdedores acuchilló a los hermanos.
"Me han pinchado. No puedo respirar", dijo José Antonio a los asistentes sanitarios que lo atendieron en urgencias del hospital Gregorio Marañón hacia la 1.30 del pasado domingo. José Antonio, español de origen húngaro, llegó por su propio pie después de que sus hermanos lo trasladasen en una furgoneta. Estaba malherido. Un hombre moreno de unos cuarenta años le había asestado varias puñaladas que le afectaron el pulmón y el hígado, y provocado una herida en el cuello. Tras una larga intervención de cerca de cinco horas, los médicos avisaron a los familiares. Ya nada se podía hacer por salvar la vida al herido.
José Antonio estaba tomando unas copas en el disco-pub Zora K-3, situado en la calle de Lituania, en el distrito de Moratalaz, en torno a la medianoche del domingo. Lo acompañaban dos de sus 10 hermanos, Antonio, de 32 años, y Manuel, de 23, además de un amigo. Los cuatro decidieron jugar una partida de futbolín, en el transcurso de la cual aparecieron en el local otras tres personas que les propusieron enfrentarse a la pareja que perdiera en el juego.
"Estábamos en el local, como cualquier día, echando una partida de futbolín. Esta gente llegó y nos dijo de jugar contra quien perdiese de nosotros", recuerda Antonio, que en la reyerta también recibió tres puñaladas en el costado, el vientre y un antebrazo, pero cuyas heridas no revisten gravedad. Antes de comenzar el juego hicieron una apuesta: la pareja que no marcase ningún gol durante la partida tendría que pasar por debajo del futbolín, lo que supone un ritual vejatorio habitual entre los aficionados a este juego recreativo.
Manuel y Antonio se enfrentaron a dos de los oponentes, que perdieron el reto. "Era una apuesta. Tenían que pasar por debajo del futbolín y no querían. Les dijimos que lo debían hacer, que tenían que cumplir con lo acordado", recuerda Antonio, que apenas puede articular palabra. Los dos grupos se enzarzaron entonces en una discusión que con el paso del tiempo se fue elevando de tono. "Empezamos a pelearnos dentro del pub, y uno de ellos, el más mayor, sacó una navaja", prosigue Antonio, "pero yo no vi cómo lo hacía", asegura.
En el transcurso de la pelea José Antonio recibió varias puñaladas, la más grave en la región hepática. Antonio y Manuel también resultaron heridos, así como el propietario del arma, que, aunque quedó tendido en el suelo del establecimiento, huyó del lugar poco antes de que llegase la policía. Los otros dos acompañantes de éste salieron del local antes de que el mayor de los tres sacase la navaja, según el hermano del fallecido. La policía cree tener identificado al autor de los hechos, por lo que no espera que su detención se produzca en breve.
José Antonio, que trabajaba como vigilante jurado de una obra en Hortaleza, era padre de tres hijos: José Manuel, de siete años; Miguel Ángel, de dos, y Sheila, de uno. Su pareja está embarazada de siete meses. "Sólo pedimos justicia, si es que hay, y que quien lo ha hecho que lo pague. ¿Quién nos devuelve a mi hermano y a esos niños a su padre?", se quejaba su hermana Dolores. Los padres del fallecido, unos circenses húngaros que llegaron a Madrid en una de las muchas giras del circo hace 50 años y que decidieron establecerse en Madrid, no podían asimilar lo sucedido. "Nos han destrozado la vida", sollozaban amargamente los familiares, que no podían reprimir su rabia.
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