El nuevo bisturí
Tras ser el más rápido en las sesiones de pretemporada y en las cuatro mangas de clasificación de Welkom, Rossi confirmó ayer que no necesita un caballo de alas doradas para seguir siendo el mejor jinete. Bien es verdad que Biaggi se lo puso muy difícil, y que Rossi ganó por manos más que por moto en una emocionante vuelta final, pero la Yamaha M1 no decepcionó. Aún queda mucho campeonato. Con sus dos cortas rectas de menos de un kilómetro, Welkom no es una pista especialmente rápida; ya veremos lo que sucede en Jerez, donde la velocidad punta sí es un factor a considerar (con 274 km/h de máxima, la Honda se mostró 4 km/h más veloz que la Yamaha en Montmeló).
Aunque la nueva moto de Rossi es similar a la anterior, el motor luce una culata distinta con los dos árboles de levas muy próximos entre sí y menor ángulo entre las válvulas, y esconde otro cigüeñal en su cárter. Va anclado de forma distinta al bastidor, más ligero y flexible que el usado por Checa y Abe en las pruebas de Cheste a finales de 2003. Este chasis dispone de un basculante trasero y una horquilla delantera de mayor longitud. Sus posibilidades de reglaje permiten una geometría idónea para el pilotaje de Rossi; el centro de gravedad situado más arriba permite inclinar la moto con mayor rapidez en los ángulos y ofrece mejor comportamiento en la entrada en viraje. La entrega de potencia de la Yamaha resulta más brusca que el de la Honda, lo cual implica mayor erosión de los neumáticos durante la carrera y una merma de adherencia al final; al carácter del motor se le suma el del motorista: tal para cual. Rossi tiene un pilotaje muy agresivo -acelera antes que Biaggi a la salida de las curvas- y se muestra más rápido cuando rueda solo porque necesita más espacio para frenar (bastó ver cómo, en la última vuelta, casi echaba al romano de la pista al rebasarlo).
¿Y el factor humano? A sus 25 años, con una forma física espectacular, Valentino ya no es ningún bambino de oro sino un piloto que lleva cinco títulos a sus espaldas y valiosísima información en su disco duro mental, con memoria de las carreras que ha disputado y el rendimiento de las máquinas que ha pilotado. Sabe ponerlas a punto y ha logrado que un ejército de cerebros orientales admita todas sus indicaciones. No debe ser fácil decir hai, Rossi-san a un tipo tan dicharachero, pero Confucio tenía razón: también de una Mirada Alegre puede manar la Fuente de la Sabiduría. Sin embargo, ni siquiera la ciencia del Dr Rossi garantiza que en las carreras -como en la vida- dos y dos sean siempre cuatro. Atentos, pues, a la mesa de operaciones.
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