Mueren 15 personas, entre ellas un bebé, en el naufragio de dos pateras en Fuerteventura
Algunos de los supervivientes corrieron descalzos siete kilómetros para pedir ayuda
Catorce varones subsaharianos y un bebé de nueve meses murieron ayer al amanecer, cuando dos pateras, en una de las cuales viajaban 32 inmigrantes y en la otra 29, chocaron contra las rocas del fondo volcánico de la costa este de Fuerteventura, en el municipio de La Oliva, al norte del faro de La Entallada, informó un portavoz de la Guardia Civil. Los supervivientes son dos mujeres (una de ellas la madre del bebé), 43 hombres y un traficante, que ha pasado a disposición judicial. Algunas de estas personas corrieron descalzas siete kilómetros hasta el pueblo más próximo para pedir ayuda.
En tres años han muerto 248 'sin papeles' que intentaban alcanzar la costa española
El suceso se produjo al amanecer. Según el relato que los supervivientes hicieron a los servicios de rescate, dos barcas de madera de apenas cinco metros y medio de longitud se acercaban en paralelo a la isla de Fuerteventura, una con 32 inmigrantes agazapados en su interior y otra con 29. El estado de la mar era de calma total. Algunas de estas barcas llevan en su popa, escrita en caracteres árabes, la leyenda "Que Alá nos acompañe en esta aventura".
Los traficantes al mando de ambas embarcaciones, guiadas toda la noche por la luz del faro de La Entallada, que apenas dista 52 millas (unos 93 kilómetros) de la costa del Sáhara, se dirigieron hacia la costa norte.
A pesar de que el Ministerio del Interior ha desplegado un todavía deficiente equipo de radares por algunas zonas de la costa, los dos pequeños puntos, que, por el peso de su macabra mercancía, apenas levantan 15 centímetros de la superficie del mar, burlaron el blindaje electrónico y se acercaron a la orilla. Al no ser detectados, la Guardia Civil no pudo rescatarlos en alta mar.
A pocos metros de donde comienzan a romper las olas, cerca del barranco de La Cueva, en Jacomar, en el municipio de La Oliva, un estruendo paró las pateras en seco. Las enormes rocas volcánicas que apenas sobresalían a la superficie cortaron su frágil casco, como un cuchillo la mantequilla. Muchos de los pasajeros cayeron al mar, entre ellos un hombre y su hijo de nueve meses. La madre, nigeriana, de 20 años, vio cómo su marido, que -como la mayoría de sus compañeros- no sabía nadar, se asía a una garrafa con una mano, mientras con la otra mantenía a flote al pequeño. Fue la última vez que los vio vivos, según relató a una de las enfermeras del equipo de emergencias para asistencia de inmigrantes a pie de playa, desplegado en Fuerteventura por Médicos sin Fronteras (MSF).
Los 46 supervivientes se separaron en grupos e iniciaron el camino en busca de ayuda. "Por cómo los encontramos y el estado de las heridas y cortes que les curamos, se puede afirmar que caminaron y corrieron descalzos los más de siete kilómetros" de piedras y tierra que conforman el Barranco de la Cueva, que conduce a la pequeña aldea de Tenicosquey, informó Humberto Rodríguez, coordinador del Equipo de Respuesta Inmediata de Emergencias de Cruz Roja, que colabora con MSF en la atención a los inmigrantes a pie de playa. Fueron los vecinos de ese pueblo quienes alertaron de lo ocurrido a la Guardia Civil, cuyos agentes detuvieron a los supervivientes en distintos puntos del interior de la isla.
De los cuatro primeros cadáveres localizados, dos estaban junto a una de las barcas, un tercero junto a la segunda embarcación, que distaba unos 150 metros de la primera, y el cuarto flotaba a unos 100 metros mar adentro. Un equipo de submarinistas de la Guardia Civil encontró, avanzada la tarde, otros 10 cuerpos a pocos metros de profundidad. El cadáver del bebé fue hallado a última hora por un pescador a varios kilómetros del lugar del naufragio. Un helicóptero, una patrullera y patrullas terrestres del instituto armado, junto a una embarcación de Salvamento Marítimo rastrearon la zona en busca de más supervivientes.
En los últimos tres años, han muerto ahogados 248 inmigrantes en su intento por alcanzar las costas españolas, informa Efe. Ese cómputo no incluye a los desaparecidos. Autoridades marroquíes y colectivos de inmigrantes elevan la cifra de muertos a una horquilla entre 4.000 y 10.000. El 16 de enero de este año, 16 africanos murieron y tres desaparecieron en Fuerteventura en parecidas circunstancias a las de ayer.
La mujer que perdió a su bebé y a su marido explicó que había emprendido su huida desde Nigeria en 2002. Vestida con vaqueros y una camisa de tirantes, que posteriormente cambiaría por ropa seca y limpia, su única preocupación durante la breve entrevista con MSF era conocer dónde estaban su pareja y el hijo que ambos tuvieron a mitad de camino en su peregrinar por una decena de países, antes de llegar a Marruecos y embarcarse en un bote de madera la noche del viernes al sábado.
"Cuando le dijimos que no los habíamos encontrados rompió a llorar", recuerda Gema Prieto, de MSF. A los pocos minutos, la Guardia Civil la llevaba de nuevo hasta la playa de Salina Alta, donde identificó a su pareja. "Hablaba muy buen inglés, presentaba buen estado de salud, pero entró en un fuerte shock cuando vio que era la única de los tres que había sobrevivido", contó la portavoz de la ONG, que no reveló el nombre de la joven "por las especiales circunstancias que ha vivido".
Los cadáveres fueron trasladados al Hospital Insular, donde se les practicará la autopsia y, de ahí, serán conducidos a nichos en el cementerio de Antigua, donde los operarios marcan con sus dedos una cruz, un "D.E.P. [descanse en paz] inmigrante sin identificar" y la fecha de su entierro. Un equipo de forenses y médicos guarda en carpetas muestras de ADN por si en el futuro alguien los reclama, lo que no ha ocurrido en ningún naufragio de los últimos cuatro años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.