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Cinco de los terroristas del 11-M estaban fichados y varios fueron vigilados y filmados por la policía

Uno de los suicidas del piso de Leganés fue retenido hace tres meses en un control en Ceuta

José María Irujo

Al menos cinco de los terroristas que protagonizaron el 11-M, como autores materiales, inductores y colaboradores, estaban fichados por la policía, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según confirmaron fuentes de estos servicios. Uno de los siete terroristas suicidas fue detenido en 1999 por la Guardia Civil cuando conducía un coche robado. Hace tan sólo tres meses fue retenido de nuevo por la Policía Local de Ceuta y puesto en libertad.

Los agentes filmaron varias veces en vídeo a Serhane, 'El Tunecino', entre 1996 y 2001
Amer Azizi, presunto inductor del ataque, era un viejo conocido de los servicios secretos
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La eficaz actuación policial en la detención y "neutralización" del comando se debe, entre otros motivos, al hecho de que algunos de los principales protagonistas del 11-M eran "viejos" conocidos de las fuerzas de seguridad del Estado. Los más destacados habían sido filmados y fotografiados hace años en el curso de una larga investigación policial ordenada por la Audiencia Nacional.

"No sabíamos que preparaban un atentado", reconocen fuentes de la fiscalía. Una respuesta similar a la que ofrecen a este periódico mandos de la policía y el CNI. Responsables de ambos servicios aseguran que cuando concluya la caza y captura de los responsables del 11-M la autocrítica en estos cuerpos de seguridad será "inevitable y necesaria".

Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, de 36 años, El Tunecino, que coordinó el atentado, autor material y uno de los siete terroristas suicidas en el piso del barrio madrileño de Leganés, fue filmado en vídeo y fotografiado varias veces en el marco de la investigación judicial sobre una célula de Al Qaeda que inició el juez Baltasar Garzón en 1995 y concluyó en noviembre de 2001. Pero entre las numerosas personas detenidas en la denominada Operación Dátil no figuraba este licenciado en Económicas que estudiaba su doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid. Un hombre al que se había visto muchas veces acompañando a los detenidos y en especial a Imad Eddin Barakat, Abu Dahdad.

El marroquí Amer Azizi, el eslabón perdido entre el 11-S y el 11-M, uno de los presuntos inductores del atentado en la estación de Atocha, también estaba fichado y había sido vigilado por sus ideas radicales. Cuando en junio de 2001 gritó e insultó a los embajadores de los países árabes que asistían en la mezquita madrileña de la M-30 a la oración del muerto por Hafez Al Asad, el fallecido presidente de Siria, ya era uno de los sospechosos fichados tanto por la policía como por el CNI.

Azizi se encuentra huido y el Ministerio del Interior ha distribuido su fotografía con la convicción de que participó en la matanza. Todavía ignoran si lo hizo como autor material o como inductor. Tenía una gran influencia sobre El Tunecino.

Azizi vivía en Madrid, pero el 13 de noviembre de 2001, cuando la policía desarticuló la célula de Al Qaeda que dirigía el sirio Imad Eddin Barakat, de 39 años, el marroquí estaba en Irán coordinando la ruta de los muyahidin que su grupo enviaba desde España a los campos de entrenamiento terrorista en Afganistán. Unos campamentos en los que el propio Azizi se adiestró en el manejo de armas y explosivos. Su nombre y el de Abu Dahdah fue localizado durante la guerra por las tropas británicas en una casa de Al Qaeda en Afganistán.

Azizi atrasó su fecha de regresó a Madrid hasta ocho días después. Cuando comprobó que su piso había sido registrado por la policía se dio a la fuga. En aquel registro la policía encontró un disquete enviado por Parlindungan Siregar, Parlin, un indonesio que había dejado sus estudios de aeronáutica en Madrid y se había trasladado a Poso, en la isla de Sulawesi, para montar un campamento de muyahidin.

Ráfagas de disparos

Parlin pedía dinero a sus hermanos españoles para comprar armas. Varios meses antes, Abu Dahdah y José Luis Galán, Yusuf, otro miembro de la célula, habían visitado el campo. En las conversaciones de sus teléfonos intervenidos por la policía desde 1995 se oían los disparos de los hombres a los que entrenaba Parlin, un experto karateca.

El 10 de agosto de 2001, tres meses antes de que los agentes de la Unidad Central de Información Exterior registraran la casa de Azizi, estos mismos policías habían entrado en el número 14 de la madrileña calle de Sequillo. Era el domicilio de Jamal Zougam, otro marroquí al que un juez francés vinculaba con un grupo de extremistas detenidos en París. En su casa se encontró un papel con la anotación del teléfono de Amer Azizi.

Zougam, dueño del locutorio Nuevo Siglo en el barrio madrileño de Lavapiés, compró las tarjetas prepago que accionaron las mochilas bomba colocadas en los cuatro trenes de la muerte y ha sido reconocido por varios testigos como uno de los autores del atentado terrorista. Pese al registro policial, no fue detenido, aunque pasó a engrosar el fichero de sospechosos por terrorismo islamista. Su fotografía se incluyó en los complejos gráficos con banderas de distintas nacionalidades que elaboran los especialistas de la policía en sus despachos en el cuartel de Canillas.

En 1999, Kounjaa Abdennabi, autor material del 11-M y uno de los siete suicidas de Leganés, mudó su rostro cuando dos guardias civiles se dirigieron hacia él en la frontera ceutí del Tarajal y examinaron con detalle el turismo que conducía. El terrorista intentaba pasar a Marruecos un coche robado en Italia. El suceso provocó una orden de expulsión inmediata, según señalan fuentes oficiales.

Pero el barbudo Kounjaa volvió a encontrarse de sopetón con la policía hace tan solo tres meses. El pasado mes de enero, agentes de la Policía Local de Ceuta lo detuvieron en un control de tráfico cuando conducía un turismo matrícula TO-8338-AF. El marroquí exhibió un permiso de residencia emitido en Salamanca y renovado en Madrid. Y mostró su última tarjeta de residencia: PR X3873255D. Todo legal.

Los agentes le dejaron marchar. Ignoraban que habían retenido durante varios minutos a uno de los terroristas que sólo 12 semanas más tarde iba a protagonizar la mayor matanza terrorista en la historia de la Unión Europea. A una persona que quizá podría haberles revelado el secreto mejor guardado de Al Qaeda desde el 11-S. Pero al contrario que el tunecino Serhane, o los marroquíes Amer y Jamal, Kounjaa Abdennabi no había sido nunca investigado como radical islamista y sus papeles estaban en regla.

El suicida Kounjaa Abdennabi mantenía estrechas relaciones con Abdelila El Fadoual El Akiz, un marroquí detenido en Ceuta que se dedicaba a la compraventa de coches de segunda mano. Según la policía, este hombre fue quien trasladó, a finales del pasado mes de febrero, desde Oviedo a Madrid, los 200 kilos de dinamita robada que se utilizaron en la matanza.

Abdelila tenía un permiso de residencia emitido por la oficina de extranjería de Cáceres y vivía en un piso de la calle Ejército Español en Ceuta. Uno de sus hermanos regenta un bar en la misma ciudad.

El 'camello'

Otro fichado por la policía era Jamal Ahmidan, El Chino, conocido narcotraficante que trapicheaba con droga desde que se estableció en España. Tenía antecedentes penales y casi toda la comunidad musulmana con la que se relacionaba conocía sus actividades delictivas. "Todos sabíamos que Ahmidan era un traficante de drogas, aunque nunca nos imaginamos que fuera un terrorista", asegura un responsable de la mezquita de la M-30 que se levanta en el Centro Cultural Islámico de Madrid. Ahmidan, Serhane y Amer frecuentaban esta mezquita, la mayor de la capital, y los dos últimos se habían enfrentado a su imam Sheij Munir.

La fotografía del tunecino Serhane mientras habla por teléfono (ver la ilustración gráfica) forma parte de una serie de vídeos grabados con autorización judicial por la policía entre 1996 y 2001. Hubo un control previo sobre los principales terroristas del 11-M, pero algo falló. Nadie ha respondido todavía a esta evidencia.

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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