Crisis de Irak: Kerry tiene un plan
Kerry tiene un plan para Irak. "Necesitamos establecer un nuevo rumbo en Irak. Necesitamos internacionalizar el esfuerzo y acabar con la ocupación de Estados Unidos. Necesitamos abrir la reconstrucción de Irak a otros países y necesitamos una auténtica transferencia de poder político a la ONU". Éste es el plan del candidato demócrata a la presidencia de EE UU; esa fue su reacción, el martes por la noche, cuando concluyó la conferencia de prensa en la que el presidente, George W. Bush, trató de contrarrestar las dudas crecientes sobre su liderazgo y de disipar la impresión de que está perdiendo el control.
El empeoramiento de la seguridad en Irak, las bajas de las últimas dos semanas, la ausencia de detalles sobre la transferencia de soberanía a un Gobierno provisional dentro de dos meses y medio, la imprecisión en cuanto al papel de la ONU y la incertidumbre sobre la etapa que se abre tras el 30 de junio han creado una peligrosa situación para Bush. Sus índices de aceptación sufren una erosión constante. Y a Irak se le ha unido la comisión que investiga el 11-S. Las declaraciones de los últimos 15 días se han visto dominadas por la estela de Richard Clarke, el coordinador antiterrorista de la Casa Blanca entre 1993 y 2003, que apunta su dedo acusador a Bush por haber tardado demasiado tiempo en declarar la guerra a Al Qaeda y demasiado poco en declarársela a Sadam Husein.
Si simpatiza demasiado con las bases más activas, que son antiguerra, Kerry, que votó a favor de la guerra, puede perder al electorado más moderado
Lo que está en juego no es el futuro de Oriente Próximo, sino el nombre del próximo presidente. Irak puede ser un factor decisivo en noviembre
La carta de Irak
En esta situación, el candidato demócrata juega fuerte la carta de Irak, aunque sea un territorio delicado con emociones y percepciones de doble filo. Para no equivocarse, Kerry se ha rodeado de un equipo de asesores muy experimentados. Entre ellos están Richard Holbrooke, embajador ante la ONU y mediador en los Balcanes; Sandy Berger, consejero de Seguridad de Clinton; Joseph Biden, del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y Rand Beers, que ha trabajado en asuntos de seguridad y defensa con las últimas seis Administraciones. Ronald Browstein escribe en Los Angeles Times que "esta red de asesores tiene un perfil más halcón que la mayor parte de los demócratas, pero es más escéptica sobre las soluciones militares en la lucha contra el terrorismo que el equipo que rodea a Bush".
Son cada vez más los observadores que creen que Bush tiene mucho que perder el próximo 2 de noviembre si Irak no se endereza, como señala a EL PAÍS Clifford Kupchan, vicepresidente del Nixon Center: "Tengo la impresión de que, si los acontecimientos de las dos últimas semanas no se pueden frenar y si la situación no puede estabilizarse, Irak es capaz, potencialmente, de definir el resultado electoral en contra del presidente Bush. Antes de Sáder [el clérigo radical chiíta] y Faluya; antes de la apertura de este doble frente, creo que Irak no suponía una amenaza electoral para Bush. Ahora creo que, potencialmente, sí podría ser una amenaza".
Kerry cree que hay "una forma mejor de hacer las cosas", según dijo el pasado miércoles. "Hay una forma mejor de compartir las responsabilidades de esta carga. Creo que es posible reducir los costes y las cargas y el riesgo para los soldados estadounidenses. Esa es la obligación que tiene el comandante en jefe". "En mi opinión", dice Clifford Kupchan, "es una alternativa correcta, y creo que va a ser clave en las elecciones. En síntesis, su postura es: no deberíamos haber ido a la guerra sin la ONU, y, desde luego, no deberíamos haber llevado a cabo la ocupación sin la ONU. Creo que los acontecimientos le están dando la razón".
Kerry cree -lo desarrolló él mismo en un artículo en The Washington Post el martes- que no hay que abandonar Irak, sino conseguir que sea "una sociedad estable, pacífica y plural", y que no hay que retirar prematuramente las tropas. Además es partidario de que la ONU "sea responsable del desarrollo de la transición" para que haya "más apoyo internacional, en forma de tropas". Y sugiere que Lakhdar Brahim, enviado especial de la ONU, "sería el perfecto ejemplo de alguien al que se le podría pedir que asumiera lo que está haciendo Bremer
[Paul Bremer, responsable de la Autoridad Provisional de la Coalición]".
¿Corre peligro Kerry de que la propaganda republicana le pinte como despreocupado por los soldados que luchan o como partidario de que peleen bajo otro mando que no sea estadounidense? "No he visto absolutamente nada en lo que Kerry ha dicho hasta ahora que pueda ser interpretado como críticas a los soldados", dice Kupchan, que cree que el demócrata jamás sugerirá que haya tropas de EE UU bajo mando extranjero: "Es verdad que desde Somalia [en 1993, 18 soldados estadounidenses integrados en una misión de mantenimiento de paz de la ONU murieron en los enfrentamientos con bandas cercanas a Al Qaeda] hay una especial sensibilidad de los norteamericanos al hecho de poner a los soldados bajo mando extranjero, y eso es muy importante, pero no he escuchado que Kerry esté a favor de algo semejante. Lo que Kerry propone es multilateralizar la ocupación".
Bases antiguerra
El plan de Kerry parte de que en octubre de 2002 él votó a favor de la guerra, como casi todos los líderes demócratas del Congreso. Es cierto que advirtió que había que agotar todas las opciones antes del ataque e ir de la mano de los aliados y de la ONU. Pero votó a favor, con lo que su estrategia no pasa ni por la retirada de tropas ni por el abandono de Irak. Tiene que cuidar a sus bases más activas, que son muy antiguerra, pero, si simpatiza demasiado con esas bases, se le pueden escapar los votantes indecisos, menos politizados.
El problema, entiende Moisés Naím, director de Foreign Policy, es que estamos en campaña electoral: "Eso quiere decir que Kerry va a hacer declaraciones que suenan como un alternativa, pero que van a ser mantenidas a un nivel bastante general, como ocurre en las campañas, en las que las cosas se discuten en esos términos, no en detalle. Y cuando se le pida algo más que generalidades, entonces tendrá que responder a cosas tales como esta: ¿qué nos hace suponer, a quienes creemos que esto debería haber sido algo multilateral, que la ONU o que alguna forma de fuerza multilateral, con todas las complejidades de manejar una operación militar multilateralmente, va a tener más éxito que unos marines norteamericanos? ¿Qué nos hace suponer que el señor Sáder, y las milicias, y los tipos que tienen lanzagranadas, van a hacer un alto el fuego por el simple hecho de que los soldados cambien el color del casco?".
Bush jugará en las elecciones la carta de la confianza. El pasado martes reconoció por primera vez que el electorado puede decidir que quiere un cambio y adelantó cuál va a ser su planteamiento: "Los electores echarán una ojeada a mi adversario y a mí y dirán: ¿cuál de los dos es mejor para ganar la guerra contra el terrorismo? ¿Quién es el que mejor puede hacer que Irak sea una sociedad libre?". A continuación, el presidente dijo: "¿Se puede ganar esta guerra contra el terror?". "Absolutamente", contestó él mismo. Por mucho que no tenga planes claros para Irak ni dé detalles de cómo ganar esa guerra, la mitad del electorado de EE UU aprecia esa infusión de optimismo. "Bush apelará a los sentimientos más básicos del patriotismo y de nacionalismo y dirá: el señor Kerry lo que quiere es subirles los impuestos y poner a los soldados norteamericanos a las órdenes de unos extranjeros", pronostica Moisés Naím, que cree que los europeos deben ponerse en el contexto estadounidense para comprender bien la situación: "Es muy importante que los lectores de EL PAÍS entiendan que lo que se está peleando aquí no es la política de Irak, sino la presidencia de EE UU; la cuestión no es el Middle East [Oriente Próximo], es el Midwest
[Medio Oeste, el centro de EE UU, en donde se deciden las elecciones]".
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