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Reportaje:

Se compran voluntades a 3.000 euros

Un promotor promete dinero a los vecinos si prospera su proyecto de ampliar el puerto de Xàbia

Ignacio Zafra

Los vecinos de Xàbia se desayunaron el miércoles con una noticia insólita: Felipe Sedano, promotor, se comprometía ante notario a pagar 3.000 euros a cada uno de los vecinos del barrio marítimo de Duanes de la Mar si se aprobaba su plan de ampliación del puerto de Xàbia.

Sedano, directivo de Gestora Dársena Sur (GDS), confiaba quizá en que su propuesta fuese recibida con una alegre mentalidad mercantilista. Nada más lejos de la realidad. Vecinos de Duanes, partidos políticos y asociaciones de toda clase montaron en cólera ante lo que los más diplomáticos tildan de fanfarronada.

El promotor presentó el plan de ampliación en 1999, y ha logrado desde entonces la difícil tarea de cosechar negativas en todas las instancias. Tras ser rechazado por el Ayuntamiento y la Generalitat, GDS entabló un recurso contencioso administrativo con el fin de que los tribunales revisaran estas decisiones. El atrevimiento de Sedano llegó al punto de advertir de que si la consejería no rectificaba y le daba la concesión, no sólo no repartiría euros entre los habitantes de Xàbia sino que el proceso judicial le sería favorable, "y serán todos los valencianos quienes deberán indemnizarme la cuantía económica que corresponde a Gestora Dársena Sur".

La oferta económica es recibida con escepticismo por los teóricos beneficiarios

Quienes parecen haberse tomado más en serio la iniciativa son los responsables del Consistorio. A finales de semana anunciaron su intención de contratar a un "abogado penalista" para que estudie si la propuesta puede ser considerada delito de soborno. El portavoz municipal del PP, que gobierna en coalición, asegura que la oferta de Sedano "es una locura que no merecería comentario si no buscara alterar la vida del pueblo". Rafael Bas, del grupo socialista, ahonda en la idea de que se trata de "una medida desesperada para defender un proyecto que ha recibido el rechazo unánime y que no respeta la legislación".

La reacción de los vecinos es más personalizada, y el promotor recibe adjetivos que oscilan entre "bandido" y "chantajista". Algunos, como Vicent Castell, ni siquiera creen que los 3.000 euros fuesen finalmente entregados. A otros, como Lorena y Bertomeu Bisquert la oferta les despierta interrogantes: "¿Cuánto esperan sacar si piensan dar tanto?"

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Este último "tanto" resulta de multiplicar los euros prometidos por las 1.500 personas censadas en el barrio de Duanes de la Mar: 4.500.000 euros o cerca de 750 millones de pesetas. Sedano, en cualquier caso, puede haber pecado de ingenuo pero no por ello deja de ser precavido. Su promesa tiene una letra pequeña según la cual recibirían el dinero aquellos que lleven al menos cinco años empadronados en Duanes. Y lo harían a partir del segundo año del inicio de las obras.

Es posible que el ofrecimiento de GDS haya agradado en privado a muchos más de los que lo reconocen. La prueba sería un hombre residente en Duanes, que sólo acepta identificarse como Luis, y que plantea el siguiente silogismo: "Si vivimos en una sociedad libre, la voluntad del pueblo debe estar incluida, y por tanto la oferta me parece correcta". "Yo es que soy muy partidario del mercado libre", aclara, para acto seguido reflexionar y dar a sus palabras cierto matiz socialdemócrata: "Y si no, que ofrezca colegios gratis".

Lo que sí ha conseguido Sedano es volver a poner sobre la mesa el debate de fondo de si Xàbia necesita realmente ampliar el puerto. Aquí las opiniones son variadas y están llenas de matices. No son pocos los políticos que entienden que la única forma de acabar con las presiones de las empresas, que pugnan por conseguir una concesión en las que invertirían miles de millones de euros, pasa por apostar por un proyecto. La siguiente cuestión es: ¿ampliación pública o privada? Los partidos parecen preferir la primera opción. Pero mientras PSOE, Bloc e Independents per Xàbia descartan la privada; PP y Ciutadans per Xàbia parecen inclinarse hacia el pragmatismo y, "ante la ausencia de fondos estatales", estudiar planes privados que logren el consenso popular.

Los habitantes, en general, prefieren la opción pública: José Marzal porque está "en contra de la especulación"; Francisco Llorell, entre otras cosas, porque las privadas incluyen bares y restaurantes sobre el mar: "¿Y quién iba a querer venir a mi local"; Marcela Pérez, argentina, porque eligió hace 10 años vivir en un pueblo y no le interesa que se construya más.

Otro ejemplo de la presión a la que aluden los políticos la dio hace pocas semanas Marina Punta del Este (MPE). La empresa, que también pretende la ampliación, repartió un vídeo que recoge su particular visión de este pueblo de la Marina Alta: "Jávea tiene el horizonte anclado en un puerto que cercena su futuro y ofrece al turismo una imagen lamentable que no beneficia a la ciudad". Junto a la voz en off aparecen un embarcadero roto y una maroma retorcida. Frente a tal desolación, MPE ofrece un proyecto que crearía "cientos de puestos de trabajo" y despertaría a Xàbia, "resignada a ver progresar a ciudades hermanas mientras ella se estanca".

El problema de MPE es que su plan también ha sido rechazado por el pleno municipal, y que su insistencia ha irritado a los vecinos. El verano pasado, la empresa levantó la ira popular con una campaña de recogida de firmas a favor de la ampliación que incluía a turistas de paso y que, según algunas fuentes, llegó a reclamar anuencias en bares de carretera de Motilla del Palancar. En el vídeo dos catedráticos minimizan el impacto ambiental del proyecto, pero Juan Vicente Leita, portavoz del PP, asegura que un informe de la Universitat de Alicante sostiene lo contrario.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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