Bin Laden amenaza
El último mensaje de Osama Bin Laden está dirigido a crear confusión y división entre los occidentales, incluidas las amenazas a empresas que trabajan en Irak o fabrican armamentos. Ofrece una "tregua", que es a la vez un ultimátum, consistente en no atentar durante tres meses contra los países que retiren sus tropas de Irak, Afganistán y otros territorios musulmanes. La reacción europea ha sido de rotundo rechazo de cualquier negociación con este criminal o su red. Pero Bin Laden no ofrece negociar. Este terrorismo no busca la negociación ni la permite. El mensaje es una operación de propaganda que si no logra sembrar la cizaña entre Gobiernos pretende inculcar el miedo a las poblaciones.
El mensaje contiene novedades en la manera de comunicarse de Al Qaeda. Es reciente, pues recoge referencias al asesinato del jeque Yassin el 22 de marzo y al atentado del 11-M en Madrid, que no reivindica, sino que asume -como hizo con el 11-S-, por la política española "en Irak, Afganistán y Palestina". Al Qaeda es muchas cosas, entre ellas una organización de dudosa centralidad. Pero es, sobre todo, una marca, una especie de sello de siniestra garantía respecto a la ideología islamista que dice representar.
En los siete minutos de la grabación, que los expertos dan como auténtica, Bin Laden no cita una sola vez el Corán, lo que indica que su objetivo, esta vez, no es que le sigan los musulmanes, sino que le teman los occidentales. El plazo de tres meses también parece cuidadosamente diseñado para cumplirse dos semanas después del 30 de junio, la fecha señalada para el cambio de estatus en Irak, con la creación de un Gobierno provisional, y de caducidad del mandato del Ejecutivo del PP para el despliegue de las tropas españolas.
No hay que responder a este mensaje. Sacar las tropas de Irak no protegerá a España de posibles nuevos atentados. Es más que posible que Bin Laden tenga poco o nulo control de las distintas tramas que usan su nombre y el de Al Qaeda como franquicias. El regreso de las tropas españoles no tiene que ver con Bin Laden, sino con la legalidad y eficacia de la ocupación militar extranjera de Irak. En paralelo, el yihadismo de Bin Laden debe ser combatido con toda suerte de medios policiales, de inteligencia y militares, pero también políticos, sociales, ideológicos y económicos.
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