_
_
_
_
A PIE DE PÁGINA

Juan Goytisolo en Oaxaca

Soy amigo de Juan Goytisolo desde hace cuarenta años y no puedo, ni quiero, separar los grandes valores -literarios, humanos y políticos- que sustentan esa amistad.

Admiro y quiero al escritor que rompió los cánones estrechos del realismo narrativo español. Su pregunta a partir de Reivindicación del Conde don Julián y de Señas de identidad, es la nuestra:

¿Le hace falta la literatura a un mundo externo, extrasubjetivo, que se sobra y basta a sí mismo en su facticidad objetiva?

O dicho de otra manera, ¿qué le da la literatura al mundo, qué añade la literatura para hacerse indispensable en el mundo?

Pues nada más y nada menos que la realidad que le faltaba al mundo. Porque si el mundo nos hace, también nosotros hacemos al mundo. Y una manera de hacer al mundo es crear una verbalización del entorno sin la cual la materia misma de la literatura -el lenguaje y la imaginación- pueden sernos arrebatadas, deformadas, manipuladas.

Juan Goytisolo va a hablarnos de la madre de toda narración, la partera de la imaginación y el lenguaje

Quiero decir: siempre existieron los campos de Castilla. Pero el día que cabalgó por ellos, lanza en ristre, bacín de barbero en la cabeza, Don Quijote de La Mancha, España y el mundo ya no pudieron ser concebidos sin la imaginación y el lenguaje de Cervantes.

Entre todas las artes, la de la literatura es la más desafiante porque su materia es la más corriente de todas: el lenguaje, que es de todos o no es de nadie.

Convertir el cobre del lenguaje en el oro de la literatura requiere una comunión imaginativa. Es la imaginación lo que asegura la alquimia del verbo y la imaginación no es otra cosa sino la mediación entre la sensación física y la percepción mental.

Juan Goytisolo va a hablarnos de la madre de toda narración, la partera de la imaginación y el lenguaje, Cherezada, la mujer que salva la vida contando un cuento cada noche al misógino califa para aplazar el destino que, en ausencia del cuento, la condenaría a morir la siguiente mañana.

La escritura o la vida, titula Jorge Semprún su espléndido libro de memorias. Tal es el nombre de toda narrativa de los hijos de Cherezada: dar la vida por la escritura y la escritura a cambio de la vida. Pero con una condición: que la narración no concluya. Tal es el secreto de Cherezada y el de la literatura misma. Jamás dar por concluida la narración. Entregarle al lector la obligación y el privilegio de ser el siguiente narrador.

Cherezada. Las mil noches y una noche. La historia no ha terminado. Tal es, aparte de la belleza intrínseca del gran libro del mestizaje literario -obra indo-iránica, arábigo-abaside, arábigo-egipcia y al cabo arábigo-europea- el mensaje contemporáneo de la novela de Cherezada. La historia no ha terminado.

Quienes nos dicen lo contrario -la teoría torcidamente interesada del fin de la historia- sólo quieren vendernos, nos recuerda la historiadora española Carmen Iglesias, otra historia. No la nuestra. La suya.

¿Y cuál es la historia que nos quieren vender? La de un maridaje perfecto, puro hasta la castración, del capitalismo y la democracia. Es extraordinario pensar que el fin de la historia se manifieste mediante la afirmación de un solo poder imperial que actúa fuera de toda ley y decide a su antojo aplicar el perverso principio de la guerra preventiva.

Goytisolo ha unido su voz a la de millones de seres humanos que reclaman otro orden de justicia y paz y le niegan a un solo Gobierno -el de Bush- el derecho de desatar guerras ilegítimas, atropellando todos los principios del derecho internacional.

Con razón, en la reciente presentación del más reciente libro de Goytisolo, Telón de boca, en Madrid, nuestro común y admirado amigo el filósofo Emilio Lledó aseveró que éste es un libro -podría extenderse a toda la obra de Goytisolo- que reivindica la libertad, la igualdad y el amor contra la guerra, contra el olvido, contra la ignorancia, contra la maldad, contra la mutilación y la muerte de los inocentes...

A estas palabras de Lledó hay que añadir las del propio Goytisolo en contra de otra teoría nefanda, el choque de civilizaciones de Huntington. Goytisolo habla por los trabajadores migratorios musulmanes en Europa como nosotros hablamos por los trabajadores migratorios mexicanos en Estados Unidos. No como la amenaza contra la pureza racial y la unidad nacional que insidiosamente sospecha Huntington, sino como sujetos -cito a Goytisolo- de "los mismos derechos de que disfrutan los ciudadanos europeos".

El inmigrante -árabe en Europa, mexicano en Norteamérica- no le quita nada a nadie: da más de lo que recibe. Da su trabajo. Y da su cultura a la única civilización humana posible: la del mestizaje que creó a la América indo-afro-europea y a la España celtíbera, fenicia, griega, romana, árabe y judía.

Éste es hoy el cuento inacabado de Cherezada la fabuladora desvelada: es el cuento del encuentro y enriquecimiento mutuo de las culturas. Es el cuento de la inclusión y en contra de la exclusión. Es el cuento del derecho a imaginar contra la prisión de los dogmas disfrazados de verdades irrefutables y la ocupación de un país por una petroguerra disfrazada de liberación humanitaria.

Éste es hoy el cuento de Cherezada: la historia no ha terminado. La historia renacerá cada día con sus luces de tareas inacabadas, libertades por conquistar, culturas por preservar y vigorizar. Y nadie, señoras y señores, lo cuenta mejor que el cronista de la propia Cherezada, el gran escritor español y universal Juan Goytisolo.

Bienvenido Juan, a la Cátedra Julio Cortázar en la más bella ciudad de la República Mexicana, Oaxaca.

FERNANDO VICENTE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_