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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El campo y el orégano

El término paisaje está de moda. Esta palabra se escucha y repite insistentemente en todos los ámbitos, incluso en el arte, una vez que se ha superado el desprecio al que fue sometida por una modernidad vanguardista basada en el mito del progreso maquinista y en la abstracción irreferencial. La exposición que ahora se puede ver en La Casa Encendida no es ajena a la fascinación que esta palabra ejerce, así, parafraseando el título del famoso libro de Simon Schama, Landscape and Memory (1995), se muestra una interesante y variada selección de obras. Pero ojo, no todo el campo es orégano, ya que, frente al rigor historiográfico y la originalidad temática con que Schama se enfrenta al tema de la naturaleza y el paisaje en la cultura occidental, la comisaria de esta exposición, Alicia Chillida, se deja llevar por los caprichos del gusto personal incurriendo en su texto programático en continuas contradicciones conceptuales. Así, mientras que con esta exposición "pretende acotar un territorio" lo que realmente hace es expandir el término paisaje a una serie de obras que claramente pertenecen a otros géneros tan dispares y alejados de lo paisajístico, como son el autorretrato o la abstracción neoconstructivista.

PAISAJE & MEMORIA/ LANDSCAPE & MEMORY

La Casa Encendida

Ronda de Valencia, 2. Madrid

Hasta el 13 de junio

Ahora, cuando inmersos en la tiranía de la cultura visual vemos paisaje por todas partes, lo que parece más conveniente es proponer lo contrario, es decir, acotar realmente el territorio al que aplicar el término paisaje y no sucumbir ante desbordamientos caprichosos, ya que si cualquier cosa puede ser calificada de paisaje, al final nada será paisaje. En 1979 Rosalind Krauss advertía ya sobre este problema refiriéndose a la escultura, cuando enuncia: "Un término cultural puede extenderse para incluir casi cualquier cosa... pero ahora la categoría ha sido forzada a cubrir semejante heterogeneidad que ella misma corre peligro de colapso". De la misma manera, la categoría "paisaje" no se puede expandir hasta abarcar el retrato, lo incidental o las abstracciones infográficas sin correr el riesgo de dejar de significar algo.

Sin embargo, una exposición no

se reduce al enunciado de una teoría sino que es, ante todo, un conjunto de obras. En este sentido, a pesar de los errores teóricos de bulto de los que parte, ésta es una buena exposición. Lo es porque ha reunido un grupo de obras interesantes, aunque nada tengan que ver con la historia o con el paisaje. Hay que aclarar que el auténtico hilo conductor se encuentra aquí en la selección de los medios y no en los géneros que trata, ya que lo que se reúne es una muestra de fotografías, películas, vídeos e imágenes infográficas realizadas en los últimos treinta años. Prescindiendo pues del tema son interesantes el reportaje de Tony Oursler, los simulacros de Oliver Boberg, la crítica política a las últimas elecciones de Estados Unidos de Thomas Demand, los ingeniosos bodegones en movimiento de Fischli & Weiss, el autorretrato de Marina Abramovic, las abstracciones de virtualidad electrónica de Thomas Ruff y Haluk Akakçe y la teatralización de un conflicto de Jon Mikel Euba. Dentro de lo paisajístico, que coexiste con todo lo anterior, hay que destacar la sublimidad de las marinas de Hiroshi Sugimoto, los campos de fútbol de Bleda y Rosa, las vistas pintorescas de Sam Taylor-Wood y Thomas Struth, las películas de Robert Smithson o la atractiva videoinstalación de Doug Aitken. Pero, tal vez, la pieza más soberbia de esta muestra es el trabajo fotográfico sobre el agua que ha realizado Roni Horn, auténtico corazón de la exposición, una turbadora obra surrealista con toda la carga poética e imaginativa que Gaston Bachelard desarrolla en su libro El agua y los sueños.

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