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Columna
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Araucaria

Dos días fuera de Málaga y al regresar no conozco donde vivo. Una araucaria de más de cien años, única en su especie en Torremolinos, fue cortada sin nocturnidad ni alevosía. Los asesinos el árbol tenían el permiso municipal. Torremolinos, en los últimos años, ha cambiado fuentes de mal gusto y monumentos imperialistas por árboles. De nada valió la protesta ciudadana. Los arboricidas tienen carta de naturaleza en Torremolinos. Antes y ahora. El pulgón, la cochinilla algodonosa y la araña roja son sus enemigos naturales. Esto lo dice todo.

La araucaria, símbolo e imagen de una zona de Torremolinos, yace muerta en el solar, con sus ramas cercenadas mirando al cielo. Hubiera merecido la pena encadenarse al centenario tronco. Un tronco al que se acercan los perros para mearse en él. Como castigo, al culpable de este crimen ecológico, lo pondría junto al tocón para que todos los perros de Torremolinos, que son miles, se fueran meando en sus pantalones y después ser expulsado del pueblo. Personalmente, estaría dispuesto a pagarle el viaje a donde quisiera. Y me imagino que otros muchos ciudadanos de Torremolinos harían lo mismo.

Por estas y otras cuestiones; porque han enterrado su historia en cemento, perdida y humillada su personalidad, a Torremolinos no le queda más recurso que levantar la voz, si quiera sea para que no se perpetúe el expolio.

Los nuevos tiempos políticos marcan nuevos tiempos. Arenas ha dado una orden a sus alcaldes populares: nos hemos quedado sin medios informativos, sin apoyos mediáticos, ha dicho en un cenáculo pepero. Necesario es, pues, que pongáis en marcha emisoras municipales, sentenció. Cuando el campeón Arenas grita eso de "a por ellos", no valen remilgos. En Málaga está en marcha el proyecto de emisora de la mano y capacidad de la concejala de confianza del alcalde, Patricia Marín. Tablas tiene y sabe de qué va la cosa. Domina el mundo de la comunicación y tiene experiencia. Suerte.

Arenas quiere clonar en Andalucía a Urdacci. Lo que no se podrá clonar será la araucaria. Una cochinilla algodonosa terminó con ella. Y es que hay plagas que nunca terminan, o al menos eso parece.

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