Andaluces en televisión
Echarle un vistazo a los personajes secundarios de las series de televisión que han tenido más audiencia en los últimos meses resulta desalentador para los andaluces. Repasemos unas cuantas. En Ana y los siete, imbatible en su franja, la criada y cocinera es andaluza. En Aquí no hay quien viva, la sorpresa de esta temporada, el portero del edificio, encargado de recoger la basura, hacer recaditos y limpiar la escalera también es, curiosamente, andaluz. En Los Serrano, comedia para adolescentes y mayores infantilizados, el camarero informal y bromista es, por supuesto, andaluz.
No encontraremos, sin embargo, a ningún andaluz que desempeñe una profesión liberal, o empresario, o simplemente que no pertenezca a una clase social deprimida. Y deprimente.
¿Casualidad? Sería demasiada, sobre todo si tenemos en cuenta que esta situación se repite año tras año. Una de las series que hace unos años arrasaba en las pantallas, Médico de familia, contaba con otra andaluza en un papel similar a estos. Incluso en algunos dibujos de nuestra infancia, como en La vuelta al mundo en 80 días, había un papelito para un ratón grosero, graciosillo y maleducado que, cómo no, hablaba con acento andaluz. O con lo que los dobladores piensan que es el acento andaluz.
En la televisión nacional, los andaluces son analfabetos, sirvientes, chistosos y zánganos. No hay ningún alto funcionario, ningún comerciante ni ningún oficinista del sur. Como jóvenes andaluces nos sentimos ofendidos por la imagen que de nosotros se difunde en los medios de comunicación. Ninguna generalización es acertada. Las etiquetas, si aparecen, deberían resaltar aspectos positivos, y no repetir los tópicos con los que desde más allá de Despeñaperros nos han marginado y ridiculizado desde siempre. Andalucía es tierra de poetas, intelectuales y gente sencillas y trabajadoras.
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