El Mallorca se aprovecha del esperpéntico juego del Betis

Al Betis ya no le queda nada. Ni siquiera el manque pierda. Los sentimientos de los aficionados verdiblancos hacia el equipo nunca han estado más cerca del desprecio. Es el fin de una historia mezquina con decenas de culpables. Ayer le regaló tres puntos al Mallorca, tres puntos tan importantes para el cuadro balear que no sería de extrañar que se serigrafiaran camisetas con los escudos de ambos clubes entrelazados y la leyenda Amigos para siempre.

Víctor Fernández repitió la línea de tres en la media que tan efectiva fue en Riazor la jornada anterior, donde los béticos empataron (2-2) con remontada incluida. Pero Assunçao no debería haber jugado ayer. No está bien físicamente, por lo que retrasó su posición, dejando a Arzu y Benjamín con la misión de tirar para adelante. El Betis no se colocó bien y los cambios de posición de sus jugadores despistaban más a los suyos que a la trabajadora defensa mallorquinista.

Poco a poco, el Mallorca se fue imponiendo gracias a su presión y orden. No le hizo falta nada más. Perera dio un recital de carreras con sentido, asfixiando a los béticos al borde de su propia área y sin dejarles tiempo para pensar. Benjamín y Arzu optaron por conducir la pelota ante la falta de desmarque y de honestidad laboral -con la excepción de Alfonso- de sus puntas, lo que trajo la ralentización de su juego para regocijo de los mallorquinistas, que, con sus líneas muy juntas en la defensa, no pasaban apuros de ningún tipo.

Tras un buena internada de Joaquín con centro al área que despejó Leo Franco, el Mallorca desnudó la lentitud bética y montó un cotraataque perfecto. Eto'o marcó a placer tras un buen pase de Perera. El público enloqueció y el Betis fue aún más esperpéntico. Romo estéril, lento.

Al inicio de la segunda parte, Perera le hizo un nudo a Rivas y marcó un bello gol. Luego, los mallorquinistas bailaron a los béticos y los aficionados se desgañitaron abroncando a la directiva por sus falsas promesas y a los jugadores y el técnico por lo evidente. "Joaquín, eres la mentira", resumió un espectador a voces.