Donde dije digo
Es uno de esos tipos a los que apetece invitar a una fiesta, aunque hay que procurar que en el evento no esté presente ningún directivo de Microsoft. Divertido, mordaz y con mucha mala idea, Scott McNealy es el autor de algunas de las frases más famosas que se han pronunciado nunca sobre la compañía fundada por Bill Gates. Suya es esa denominación de Microsoft como la "bestia de Redmond", que es la ciudad de Seattle donde se encuentra su sede. Especialmente populares son sus juegos de palabras: el sistema operativo Windows ME era traducido por McNealy como "Windows Más Errores". La iniciativa .Net de Microsoft se convertía en su boca en ".No". El gestor de correo Outlook, en "Look Out" ("cuidado"). Y la pareja de principales directivos de Microsoft, Ballmer y Gates, eran, para McNealy, tan ridículos que parecían una pareja de dibujos animados, "Ballmer y Butthead". Su frase más popular es aquella que pronunció sobre la influencia que tendrá el software libre sobre el indiscutible poder de Microsoft en la informática: "En un mundo sin ventanas [Windows], ¿quién necesita puertas? [Gates]".
Mil seiscientos millones de dólares después, McNealy se ha hecho una foto sonriendo junto a Ballmer, e intercambiándose bromas y abrazos con él. Microsoft anunció el pasado viernes que ha pagado esa cantidad para que Sun retire todas las denuncias por prácticas monopolísticas y violación de patentes que mantenía contra Microsoft y, además, comienza "una nueva era" de colaboración tecnológica entre ambas.
Ésta no es la primera vez que Microsoft saca la chequera para solucionar sus pleitos, pero ¿por qué ha decidido McNealy firmar la paz con su peor enemigo? Además de la obvia compensación económica, que llega en un momento especialmente complicado para Sun -el mismo día anunciaba pérdidas, caída de ingresos y el despido del 9% de su plantilla-, hay una razón táctica. Microsoft y Sun se han tapado la nariz porque han descubierto que tienen un enemigo común: IBM.
Los analistas y periodistas que conocen el carácter complicado de McNealy, y su tendencia a la crítica ácida, se preguntan cuánto podrá aguantar sin que la lengua vuelva a traicionarle al hablar de su nuevo socio. Quizá el nuevo blanco de sus juegos de palabras sea IBM. O
"quizá han crecido", como decía el propio McNealy, refiriéndose a los directivos de Microsoft, el día en que firmó el acuerdo. Aunque "quizá seamos nosotros los que hemos crecido", añadía.
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