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Columna
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Café del Foro

Ha cerrado sus puertas para siempre el Café del Foro. Parece como si se hubiera cerrado de cuajo una etapa muy guapa y barroca de la noche de esta ciudad en la década de los noventa, sobre todo durante los años en que Nina Blaco y Javier Álvarez regentaban el local. El Foro nunca pretendió crear escuela, pero la hizo: una escuela abierta a cualquier cosa interesante que se oteara en el horizonte. Mantuvo una programación diaria que ahora sólo ofrece la sala Galileo Galilei. Allí se consagraron artistas como Las Virtudes, Faemino y Cansado o Loles León, pasando por Rosana, Pedro Guerra, Missia, Clara Montes, Pepe Carroll, Anthony Blake. De hecho, eran habituales del local los cazatalentos de algunas multinacionales. Las causas de este cierre, como ya ocurrió años atrás con aquel mítico El Avión, son inmobiliarias. O, a lo mejor, porque lo nuestro es pasar.

Allí hubo actuaciones clamorosas de Morente, Martirio, Santiago Auserón, Mercedes Ferrer, Enrique Urquijo y Los Problemas, Luis Pastor, Clara Montes, Javier Álvarez, Ramón El Oso (a veces de pareja con Pololo), Juan Tamariz, el inmenso Pepín Tre o el cantaor flamenco degenerativo y gringo conocido como Pollito de California. Por allí departían con frecuencia desde Antonio Gala a Kiko Veneno pasando por Javier Sádaba, Juan Diego, Nico Dueñas, Paca Gabaldón, Arturo Querejeta, Aute, Albert Pla, el son cubano en pleno, Paco de Lucía, Camarón... En el Foro había rock, jazz, pop, cantautores, copla, bolerazos, músicas étnicas, mucho Caribe, mimo, magia, humor, teatro, cabaré... Es cierto que aparcaban allí algunas gentes libertinas, pero encantadoras.

A puerta cerrada, bien entrado el amanecer El Foro era un placer para sibaritas, infiltrados, artistas amigos de Nina y Javier. Siempre había algún señor o señorita de quienes ignorábamos la procedencia, pero allí todo el mundo acababa pastando en el mismo terreno, que algunas veces era sublime.

¡Oh, Café del Foro, tú no mueres! Estás por Madrid esparcido. Tu nombre nos sabe a nenúfares y azahar.

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