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Reportaje:

Los jóvenes pisan fuerte en el Congreso

Una veintena larga de diputados tiene menos de 35 años y todos vienen dispuestos a hacer una 'nueva política'

De los 350 diputados que forman el nuevo Congreso, constituido hace una semana, una veintena tiene menos de 35 años. Son la nueva generación de políticos y vienen pisando fuerte, pese a que muchos de ellos caminan por los pasillos de la Cámara baja por primera vez y éste es su primer empleo.

Son más mujeres que hombres. La mayoría proviene del tejido asociativo, porque casi todos formaron parte desde su adolescencia de consejos escolares, asociaciones de estudiantes, plataformas juveniles, y movimientos reivindicativos, como el movimiento contra la guerra, el del 0,7%, o el antiglobalización, como Attac...

Las historias de estos nuevos políticos no son las de los difíciles momentos de la transición. Sus trayectorias son el resultado del momento histórico que les ha tocado vivir, posterior a la transición democrática, aunque son muchos los que conocen bien esa etapa por conversaciones políticas con sus padres.

"Había que incorporar la generación de la democracia a la política", sostiene Pajín
La mayoría dice que tarde o temprano dejará la política para volver a ser ciudadano de a pie

"Era necesario incorporar la generación de la democracia a la política. Los jóvenes tenemos mucho que decir y lo hemos visto en las pasadas elecciones, frente a ese estereotipo de que pasábamos de todo", dice Leire Pajín, socióloga y socialista de 28 años y que repite escaño por Alicante tras haber sido la diputada más joven de la historia del Congreso.

La composición de la Cámara baja ha incrementado sustancialmente su cuota juvenil respecto a legislaturas anteriores, justo cuando la participación de los jóvenes en las elecciones del 14-M ha sido decisiva para darle un vuelco al Congreso. El PSOE es el grupo en el que la representación juvenil es más notable, con 12 diputados, seguido del PP, con cinco. Incluso en la Mesa del Congreso está representado el colectivo joven, con Isaura Navarro (IU), de 30 años, abogada laboralista y, hasta ahora, coordinadora del área pública en Valencia. Estos nuevos protagonistas de la política se sienten responsables de no defraudar ese voto joven y convertirse en portavoces de sus demandas.

Ya hablan de una "nueva política" frente a una "vieja política". De una política más cercana a la calle, a los problemas cotidianos de la ciudadanía, que ellos aseguran conocer bien al estar muy en contacto con el tejido social. Se sienten capaces y responsables de aportar realismo y frescura al Parlamento. Y su preocupación se centra en los temas y políticas sociales: vivienda, empleo y educación. Sin olvidar el terrorismo.

"Hemos de contribuir a construir una nueva política. Un discurso con menos eufemismos. Hay que dejar de ser políticos paternalistas que no explican los problemas porque 'la gente no lo va a entender'. Hay que dejar de ser crípticos y de hacer política elitista. La gente quiere información y transparencia. Lo ha demostrado en las últimas elecciones. Ahí hemos visto cómo el cambio lo ha liderado la ciudadanía y los políticos han ido a remolque", dice Joan Herrera, de 33 años y abogado especializado en Derecho Urbanístico y Medio Ambiental, ahora diputado por Barcelona de Iniciativa per Catalunya Verds, grupo del que era portavoz. "La nueva política debe reconocer lo institucional pero debe ir más allá, no todo se transforma desde las instituciones, también desde la calle", agrega.

La restauración de un clima de diálogo entre las diferentes fuerzas políticas es, para la mayoría de estos jóvenes diputados, una de las tareas más acuciantes de la realidad política española. "Hay que restaurar principios democráticos que se han puesto en duda en la última legislatura, como el respeto a las minorías, el control político de los medios de comunicación, la cada vez menor separación entre los tres poderes", explica el diputado vizcaíno Aitor Esteban, de 40 años, con dos hijos y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Deusto, que lleva desde los 16 en el PNV.

"A la política le hace falta frescura, no sólo al Congreso", dice Eduardo Madina (PSOE), de 28 años, técnico de Relaciones Internacionales en la UE, diputado por Vizcaya y superviviente de un atentado etarra. "Hay que acercarla a la calle. Aunque suene a tópico, el Gobierno no es del partido que gana, sino de los ciudadanos".

Cuando se refieren al "buen político" lo adornan de virtudes como la honestidad, la humildad, el respeto al otro, la empatía y la capacidad de trabajo. "Un político que se preocupa por los problemas cotidianos de la gente y que trabaje en la calle y para todos, sin dejar de lado valores como la libertad, la solidaridad o la tolerancia", apunta la diputada por Teruel Yolanda Casaus (PSOE), de 29 años, y hasta ahora maestra de educación infantil en la escuela pública.

También es requisito indispensable ser dialogante y saber defender sus convicciones.. "Que sea una persona abierta y que se amolde a los nuevos tiempos", añade la popular Susana Camarero, valenciana de 33 años, que repite legislatura y que tras estudiar Derecho formó parte de las Cortes Valencianas. "Me da miedo la gente de ideas preconcebidas, en mi grupo y en otros", comenta. A la hora de señalar problemas importantes, los temas varían en función de que conteste un hombre o una mujer y de si es de derechas o de izquierdas. Los hombres de izquierdas abundan en la importancia de que España desempeña un papel adecuado en la política internacional. Los de derechas están más preocupados por la desvertebración del país.

Las mujeres de la derecha apuntan a la seguridad y a la necesidad de defenderla en el ámbito internacional, mientras que las de izquierda inciden en el problema alarmante de la violencia contra las mujeres.

Aunque los diputados se muestran muy modestos acerca de si están preparados para ocupar el escaño, todos consideran que su presencia en el hemiciclo puede aportar muchas cosas y que será una etapa donde protagonizarán procesos de cambio.

"En el grupo parlamentario serán condescendientes con nuestros errores. Ahora que la situación es diferente, están abiertos a cambios", sostiene el diputado popular por Valencia Miguel Barrachina, de 35 años, hasta ahora director de Economía Social del Ministerio de Trabajo.

Tampoco consideran indispensable tener experiencia política. "Yo no la tengo. Pero no significa nada. En la transición, muchos políticos no la tenían y fue una época de la que nos sentimos orgullosos", agrega la socialista Eva Sáenz, de 29 años, y diputada socialista por Zaragoza. Embarazada de siete meses, deja sus clases de Derecho Constitucional y se convierte en segunda generación de políticos, pues es hija del ex diputado José Félix Sáenz.

Pese a que coinciden en entender esta faceta de su vida como una oportunidad profesional, la mayoría asegura que tarde o temprano dejará la política para volver a ser ciudadanos de a pie, "un chip que hay que dejar puesto para evitar perversiones", dicen. "Cada mañana me recuerdo que la política no es una profesión y que tengo que cultivar mi vida personal", asegura Jordi Xuclá, diputado por Girona con 30 años que milita en CiU desde los 14 y que fue senador en la legislatura pasada.

"Esto es una etapa en la que tenemos la oportunidad de poner en marcha todo por lo que hemos luchado", sostiene Carmen Montón, de 28 años (PSOE por Valencia) y que trata de terminar su carrera de Medicina compatibilizándola con su carrera política.

A sus 24 años, María Isabel Fuentes (PSOE de Cádiz), la diputada más joven de la Cámara, lo tiene claro: "Yo pretendo ser respetuosa, saber escuchar y estar atenta a la gente. No sé si será lo correcto, pero es lo que yo quiero ser".

Nuevos rostros, nuevos planteamientos, nuevas formas de hablar. Nuevas ideas. La legislatura no ha hecho más que empezar.

Arriba, de izquierda a derecha, Joan Herrera (ICV), Aitor Esteban (PNV), Carolina Castillejo, Herick Campos, Susana Díaz, Eva Sáenz, José Ramón Mateos y Eduardo Madina (PSOE). Debajo, María Salom (PP), Josu Erkoreka (PNV), Susana Camarero y Miguel Barrachina (PP), Leire Pajín y María Isabel Fuentes (PSOE), Ana Belén Vázquez (PP), Carmen Montón y Yolanda Casaus (PSOE).
Arriba, de izquierda a derecha, Joan Herrera (ICV), Aitor Esteban (PNV), Carolina Castillejo, Herick Campos, Susana Díaz, Eva Sáenz, José Ramón Mateos y Eduardo Madina (PSOE). Debajo, María Salom (PP), Josu Erkoreka (PNV), Susana Camarero y Miguel Barrachina (PP), Leire Pajín y María Isabel Fuentes (PSOE), Ana Belén Vázquez (PP), Carmen Montón y Yolanda Casaus (PSOE).GORKA LEJARCEGI

Hartas de tener que elegir

Si en algo están de acuerdo todas las diputadas jóvenes es en que desempeñar ese cargo implica trabajar prácticamente 24 horas al día y en que los horarios están hechos por hombres y para hombres. Sin embargo, coinciden también en que no tienen que ser ellas las que se limiten: "Debemos predicar con el ejemplo y modificar los cánones convencionales de familia y de conciliación de tareas", dice Carmen Montón, diputada del PSOE por Valencia.

Coinciden en que la política les obliga a renunciar a muchas cosas, especialmente a la familia y los hijos. Pero añaden que eso le ocurre hoy a cualquier mujer en todos los ámbitos laborales, porque la igualdad aún no es efectiva.

"Todavía hay diferencias. Una mujer en edad de construir una familia se lo tiene que pensar dos veces", explica Susana Díaz, de 29 años, estudiante de Derecho y diputada socialista por Sevilla. De hecho, de la docena de nuevas mujeres diputadas, sólo una está embarazada y el resto no tiene hijos. En cambio, sí hay varios padres entre sus compañeros de generación. "Ellas se sienten más responsables que ellos", dice María Salom, de 36 años, economista, diputada por Baleares y portavoz adjunta del PP.

"Cada una hace su elección y considera lo que puede dar por otras personas y por el país", sostiene Ana Belén Vázquez. A sus 29 años es diputada por Ourense y la más joven del PP.

Todas se sienten responsables de conseguir que su sola presencia en el Congreso sirva para que los horarios políticos se humanicen y la conciliación de familia y trabajo, en general, sea posible para hombres y mujeres.

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