Negación de la humanidad
Escrita el año anterior al fin de la guerra, al calor de los acontecimientos, publicada en 1945, Hombres y no es la novela sin duda más radicalmente antifascista de Elio Vittorini (Siracusa, Sicilia, 1908-1966). Pero incluso en esta crónica sobre la lucha partisana en las calles de Milán, el autor de Conversación en Sicilia no somete su prosa al puntillismo realista que la hubiera convertido en un documento, y aún menos al encorsetamiento comunista, a cuyo partido pertenecía en esos años. Vittorini rompió con el PCI en 1951. Los hombres de los que aquí se ocupa se inscriben en una heroicidad desesperada. Luchan según una lógica impuesta que les impulsa a la acción, más por lealtad a los compañeros muertos que por motivaciones ideológicas. Vittorini narra los hechos más crueles -los cadáveres de los fusilados expuestos en plena calle, el descuartizamiento de un preso por los perros de un oficial alemán- con una mirada de testigo implicado, pero pudoroso; dota a su narración de una impronta de veracidad que participa, a la vez, de una peculiar poetización que se desvía del horror y no juzga las acciones. La crueldad, el desamparo, la necesidad de lucha, hacen de estos hombres seres vacíos, y ésa es la condición que le interesa expresar a Vittorini, no su carácter heroico, sino la negación de la humanidad a que les aboca la acción armada. De ese vacío surge el mimetismo del escritor, que se inserta en la historia y confunde la soledad de su personaje con la suya: "A veces no sé, cuando este hombre está solo -cerrado a oscuras en una habitación, tumbado en la cama, hombre en el mundo solo- casi no sé si no soy yo, en vez de su escritor, él mismo".
HOMBRES Y NO
Elio Vittorini
Traducción de Pilar García
Arena. Madrid, 2003
158 páginas. 12 euros
La narración sigue paso a
paso, con saltos atrás, en capítulos líricos que quieren inventar una infancia -un tema obsesivo en la literatura de Vittorini-, una serie de atentados perpetrados por un grupo de obreros, y las sucesivas derrotas y el sinsentido que agota sus vidas en la resistencia. Minuciosa en detallar los itinerarios en bicicleta y las horas de espera -Milán es aquí una ciudad pobre y desolada-, la narración sin embargo es muy elusiva, y la prosa arrítmica de Vittorini encalla en interrogantes que hoy resultan retóricos: "¿Por qué, si no eran terribles, mataban? ¿Por qué, si eran sencillos, si eran pacíficos, luchaban?". La respuesta de Vittorini es muy clara: luchan para que los hombres sean felices. En tanto que novela de guerra, Hombres y no es un gran interrogante sobre la condición humana. Pero el tiempo no ha sido complaciente con su propuesta ética, contaminada en exceso de sentimentalidad. ¿No son hombres los fascistas, existe la ofensa fuera del hombre?, pregunta el escritor, interpelación que queda sobre el lector cuando éste pasa la última página.
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