Holmes, pese a Conan Doyle
Vuelve el detective más arrogante y genial de la literatura policiaca. Mientras Cátedra recoge todas las novelas de Sherlock Holmes en un solo volumen, la editorial Erre que Erre ha comenzado a publicar en volúmenes independientes, y en nuevas traducciones a cargo de la escritora Esther Tusquets, las aventuras del inquilino del 221 de Baker Street.
Arthur Conan Doyle (18591930) publicó Estudio en escarlata a finales de 1887. La novela iba a tener una trascendencia que ni los editores de Beeton's Christmas Annual, la revista en donde apareció, ni el mismo autor eran capaces de imaginar. Como le sucedió a Cervantes con Don Quijote, en Estudio en escarlata, Conan Doyle creó un personaje que cautivó inmediatamente al público y se convirtió en un modelo literario que muchos quisieron imitar. Desde entonces, el detective ha protagonizado decenas de versiones de sus aventuras en casi todos los formatos imaginables: cómics, películas, obras de teatro, anuncios, dibujos animados y musicales. La revolución cultural de los sesenta lo incorporó a su elenco de mitos, junto con Marylin Monroe, James Dean y el Pato Donald. Pero aunque este personaje le permitió abandonar la medicina y dedicarse a la literatura, y a pesar de que le ha consagrado para la literatura, Conan Doyle fue conocido como "el hombre que odiaba a Sherlock Holmes".
Todo comenzó con Estudio en escarlata. Aquí Conan Doyle materializó una fórmula que repetiría en más de cincuenta ocasiones. Para empezar atenuó el terror de su admirado Edgar Alan Poe, dejándolo en un inquietante misterio, y optando por presentar crímenes que podían explicarse por medio de la deducción y de la ciencia, sobre todo de la química y de la medicina. A ello, Conan Doyle añadió la agilidad narrativa de otro de sus escritores favoritos, Walter Scott. Por fin, el cóctel se completó con uno de sus aciertos más logrados. Doyle dejó que la narración corriera a cargo de un testigo que lo presenciaba todo y que transmitía su propia ambivalencia con respecto a Sherlock Holmes. El detective, al fin y al cabo, era demasiado arrogante y genial, además de un poco drogadicto, como para que el público victoriano lo aceptase como fiel narrador. La frase más manida de Holmes, "elemental, querido Watson", da fe de su soberbia.
En Estudio en escarlata, Watson narra su primer encuentro con Sherlock Holmes, relata cómo ambos decidieron compartir piso en el famoso 221 de Baker Street, y cuenta cómo nada más instalarse en su nuevo domicilio se presentó el primer misterio. En la primera parte de la novela el caso no es más que un montón de cabos sueltos. En la segunda asistimos a una larga narración retrospectiva, una digresión en la que el escritor conducía a sus lectores a lugares remotos en donde sucedían hechos extraordinarios. En esta ocasión, Conan Doyle retrató la llegada de los mormones a Utah, en donde instituyeron un Estado oligárquico, integrista y policial. Para terminar, Sherlock Holmes aclara el misterio, engarzando los cabos sueltos con la narración, ante la sorpresa de Watson y de la policía.
Las aventuras de Sherlock Holmes se sucedieron hasta 1893, cuando en El último problema Conan Doyle despeñó a Holmes por los saltos del Reichenbach. Con ello se zafó del detective en aras de "proyectos literarios más serios". Esta muerte de papel hizo que 20.000 lectores cancelaran sus suscripciones a Strand Magazine, pero Conan Doyle no se dejó vencer ni por los ruegos de los editores ni por el clamor del público. Dedicó varios años a otros trabajos hasta que en 1900 regresó a Holmes con El perro de los Baskerville. "El hombre que odiaba a Sherlock Holmes" nos hizo un gran favor, porque mientras sus "proyectos literarios más serios", como Micah Clarke, han envejecido medianamente, las aventuras de Sherlock Holmes siguen tan lozanas como el primer día.
Arthur Conan Doyle. Todo Sherlock Holmes. Edición de Jesús Urceloy. Traducción de Julio Gómez de la Serna. Cátedra. Madrid, 2003. 1.666 páginas. 35 euros. Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, Aventuras de Sherlock Holmes, El perro de los Baskerville. Traducción de Esther Tusquets. Erre que Erre. Barcelona, 2004. Entre 190 y 336 páginas. 13 euros cada uno.
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