Al hilo de la muralla árabe
El autor alaba que la rehabilitación del Carme haya dejado de plantearse de espaldas a los vecinos y se pregunta si el Ayuntamiento dejará de estar a la expectativa
Es una buena noticia el acuerdo entre los vecinos del Carmen y la Generalitat para llevar adelante el plan de los tramos recuperables de la muralla árabe de Valencia (EL PAIS, 12/2/04). Como ellos mismos señalaban, ha sido un triunfo de la sensatez, después de costarles unos cuantos meses de movilizaciones y, supongo, otros tantos de negociaciones con nuevos políticos de otra sensibilidad. En origen, la reforma propuesta pretendía sacar a la luz torres y lienzos de la muralla hoy invisibles por encontrarse absorbidos dentro de manzanas más o menos colmatadas, siguiendo criterios ya recogidos por el Plan vigente para el Carmen. La reforma mejoraba el Plan en aspectos como la morfología de las tramas y también al introducir nuevos usos urbanos en la zona, pero inflaba en exceso la componente dotacional y terciaria en detrimento de la residencial, eliminaba algunos edificios de valor patrimonial, desplazaba decenas de familias y se había proyectado sin considerar la participación de los vecinos afectados. Aunque no tengo por qué dudar de la buena intención originaria de la propuesta, el urbanismo no puede plantearse al margen de la sociología ni prescindir de los usuarios a la hora de su definición: la urbanística parece necesitar de lo interdisciplinar y ser participativa.
Pues bien, esos déficits que tenía la reforma deben haber sido corregidos. El acuerdo que comento era presentado por representantes vecinales, el director general de Arquitectura y el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia. Y la noticia nos cuenta que el acuerdo significa disminuir la parte dotacional proyectada, aumentar la residencial, se conservan edificios y vecinos, en fin, se abre el camino a unos espacios públicos que nos permitan visualizar la muralla árabe.
Quizá aún me parece insuficiente el aumento del llamado uso residencial (pasa del 32% al 47%, respecto a la primera propuesta). Por el carácter del barrio, y la cualidad del centro histórico, las viviendas han de ser un activo esencial. Dicho de otra manera: recuperar habitantes para la Ciutat Vella de Valencia continúa siendo un objetivo aplazado, después de una década de intervenciones aún no se ha invertido la tendencia a la perdida de su población residente. No sé si hemos entendido que su patrimonio está constituido no solo por arquitecturas, también por vecinos que son la condición de su vitalidad y de su continuidad.
Las residencias deben combinarse con talleres, comercios, lugares de trabajo, de estudio, de ocio en una relación de mezcla y ordenamiento que permita en el centro histórico una vida equiparable a la de las otras zonas de la ciudad. Igual no, Ciutat Vella siempre será singular, una característica que no puede ser un sufrimiento para sus habitantes. La precisión no es en balde: sus residentes han sufrido desplazamientos debidos a presiones varias; algunos de sus barrios, como es el caso del Carmen, se han convertido en zonas de ocio de difícil compatibilidad con el descanso de sus habitantes; el tránsito de vehículos por sus calles, en una ciudad abusivamente concéntrica, no contempla las condiciones de su viario, de dimensiones limitadas y con arquitecturas notables; la cosecha de solares, convertidos en aparcaderos y, en ocasiones, en vertederos, convive con edificios de residentes...
No es que no se hayan hecho cosas en el centro histórico de Valencia en la última década: se han rehabilitado muchos edificios, se han recuperado espacios públicos, se le ha dotado de algunos equipamientos modernos, se han restaurado... Ahora bien ¿cuánto queda por hacer? ¿Son conscientes nuestros políticos que en la Ciutat Vella persisten zonas en situación de impresentables? Sin ir más lejos, el entorno próximo de nuestro Patrimonio de la Humanidad (la Lonja), lo adornan algunos solares producidos, quizás, en un pasado bombardeo y convertidos en aparcaderos impertérritos.
La presencia del concejal de Urbanismo en la presentación del acuerdo sobre el proyecto de la muralla árabe ¿significa que el Ayuntamiento de València se va a interesar a partir de ahora por lo que sucede en su centro histórico? Lo digo porque en estos años, aún contabilizándole algunas intervenciones, en gran medida se ha limitado a dejar que le hagan la faena, la faena que han hecho los vecinos invirtiendo en rehabilitación y la de la Generalitat que ha llevado adelante el programa RIVA. Si alguien no ha hecho los deberes en Ciutat Vella es el Ayuntamiento de la ciudad: no ha puesto en marcha el registro de solares que viene anunciando desde hace años; no ha redactado el plan de movilidad para el centro histórico que anunció; no ha abordado la inflación del sector de ocio; ha facilitado a lo largo de décadas todo tipo de derribos incluyendo numerosos edificios catalogados; no ha unificado el planeamiento urbanístico de Ciutat Vella; en fin, ha dado prioridad absoluta al crecimiento urbanístico en la periferia en detrimento de la recuperación de las tramas históricas. En lo tocante a Ciutat Vella el Ayuntamiento está a la expectativa. ¿Cambiará el chip con el nuevo concejal de Urbanismo?
Carles Dolç es arquitecto-urbanista.
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