La Guardia Civil inspeccionó cinco días antes del 11-M la casa de los terroristas
La Guardia Civil visitó la casa de Chinchón (Madrid) donde se prepararon las mochilas bomba utilizadas el 11-M sólo cinco días antes de la matanza. La gestión se produjo como consecuencia de una llamada telefónica que denunció el comportamiento sospechoso de los moradores de la vivienda, emplazada en un camino rural. Esta visita externa no produjo ningún resultado. Las fuerzas de seguridad no volvieron a la casa de Chinchón hasta el 26 de marzo, con una orden judicial de registro.
Los denunciantes, que han pedido a EL PAÍS que resguarde su identidad, remontan sus sospechas al 11-S de 2001. "Un sirio, con mujer y tres niños, había estado habitando la finca durante cuatro años, la valló y, tras estrellarse los aviones contra las Torres Gemelas, desapareció de la casa. Cuando vimos las fotos de los implicados en al atentado creímos reconocer su cara. Pero no le dimos más importancia porque sus rasgos nos confunden. Una cara nos parece igual a otra".
Tras la desaparición del sirio, la casa estuvo oficialmente deshabitada hasta enero pasado. Sólo en apariencia, porque hubo signos de que allí se ocultaba gente, según los denunciantes. En ocasiones, la vivienda tenía el aspecto de estar abandonada; mientras que otras veces puertas y ventanas estaban abiertas, se veían mantas tendidas o se oía ruido de niños... A mediados de enero pasado se hizo evidente que volvía a estar habitada. Aparecieron cinco individuos de aspecto magrebí, habitualmente embozados. Pero eran días de intenso frío y eso podía justificar el uso de bufandas, turbantes o pasamontañas. Construyeron una torreta sobre el chalé. Podía significar una habitación más. Pero también podía servir para vigilar cualquier presencia en las inmediaciones.
Salida de una pareja
El 5 de marzo, a las 10 de la mañana, salió una pareja en un Volkswagen Polo. Regresaron a mediodía con otras dos personas y con el coche muy cargado. Traían, probablemente, las bolsas de deporte de color azul que iban a ser preparadas como mochilas bomba para su uso el 11-M. Aunque los denunciantes creyeron entonces que transportaban objetos robados o drogas. "Esto es muy raro, que lo mire la policía si quiere", pensaron.
El 7 de marzo, a las 10.50 horas, lo denunciaron. Primero, llamaron al 091. La Policía les remitió al 062, de la Guardia Civil. Este cuerpo asumió la denuncia. La conversación quedó grabada. Al cabo de unos instantes recibieron una llamada de la Guardia Civil para confirmar detalles de la finca:
- ¿Es la que tiene una torreta? ¿Está situada en una curva y rodeada de una valla verde?
-Efectivamente.
-Pues, por allí ha estado un coche de la Guardia Civil.
Los denunciantes no supieron más de su llamada. Tras el 11-M comprobaron que los moradores aún frecuentaban la vivienda. Hasta el 26 de marzo. Por la mañana, se personó un coche del Servicio de Información de la Guardia Civil. Preguntaron a los vecinos por la vivienda. Y pidieron el testimonio de los denunciantes. Éstos, ante la aparente sorpresa de su interrogador, no sólo dieron cuantos datos conocían de la casa, sino que recordaron su denuncia del 7 de marzo. Horas más tarde, efectivos del Cuerpo Nacional de Policía entraron en la casa bajo orden judicial.
"Si hubieran vigilado la casa, la gestión no habría sido infructuosa. Tras el atentado se empezaron a mover. ¿Quién les dijo que esa casa existía? La policía, digan lo que digan, estaba avisada. La ciudadanía colaboró", se quejan los denunciantes.
Un portavoz de la Guardia Civil afirmó que la denuncia "no cayó en saco roto". Según dijo, la vivienda fue visitada por una patrulla uniformada y vigilada por agentes de paisano los dos días siguientes. "Al carecer de mandato judicial, sólo verificaron matrículas de coches. Sin resultado. Tras el 11-M, cesaron sus pesquisas para no cruzarse con la policía, aunque sólo sospechaban de la presencia de inmigrantes ilegales", añadió.
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