El descontento de los pequeños accionistas de Eurotunnel provoca la destitución de todo el consejo
Por primera vez desde que entraran en vigor las leyes aprobadas en 2001 para dar más poder a los accionistas minoritarios de base, los "pequeños accionistas", representantes de 900.000 inversores que en su día creyeron en el milagro del capitalismo popular, han logrado hacer saltar los miembros de un consejo de administración.
La asamblea general de Eurotunnel, la empresa que explota el túnel de La Mancha, decidió ayer por el 63,4% de los votos destituir a todo el consejo de administración, incluyendo al presidente, Richard Shirrefs. Los accionistas acordaron el nombramiento de un nuevo consejo encabezado por Jacques Maillot, fundador de la agencia de viajes Nouvelles Frontières, respaldado por el inquietante Nicolas Miguet, un especialista en Bolsa de 43 años, que ha encabezado la campaña de los pequeños inversores.
Las acciones de Eurotunnel han perdido el 90% de su valor desde que comenzó a materializarse esta aventura francobritánica en 1987. Margaret Thatcher impuso entonces el principio de not a public penny (ni un céntimo de dinero público) y el resultado es que las obras, que debían costar 3.800 millones y acabaron costando 9.100, degeneraron en una gran deuda. Sobre el papel los accionistas deberán comenzar a reembolsar a los bancos acreedores el capital a partir del 2006, pero cuando ya se cumplen casi diez años de la entrada en servicio del túnel, los ingresos por la explotación del mismo sólo alcanzan para abonar los intereses. La sociedad registró unas pérdidas récord en 2003 de 1.889 millones de euros.. La acción valía ayer un 300% menos que en 1989, cuando los bancos vendieron las suyas.
Los pequeños accionistas liderados por Miguet y Maillot temen haber sido las víctimas incautas de una operación de la que sólo se han beneficiado los bancos y las empresas constructoras, que triplicaron sus precios y sus beneficios. Maillot y los suyos proponen "renegociar la deuda de 9.000 millones de euros", esperan discutir otra vez las tarifas del peaje que paga la SNCF (ferrocarriles públicos franceses) para servirse del túnel y "mejorar la productividad y reducir los costes de explotación". Maillot dijo que no prevé recorte de personal.
La otra vía, la de una subvención pública, volvió a ser negada ayer mismo por los ministros del ramo, británico y francés, que repitieron su deseo de ser fieles a los principios de Margareth Thatcher.
El personaje de Nicolas Miguet, líder en la sombra de la operación, es una figura que añade complejidad al caso. Periodista especializado en consejos bursátiles, próximo al populismo de la extrema derecha, Miguet lidera un partido misterioso que responde al nombre de Rassemblement des Contribuables Français (Agrupación de Contribuyentes Franceses). Miguet no esconde que ambiciona ser un día presidente de la República y ahora, desde el pedestal de los 900.000 accionistas indignados, cree poder dar su primer gran salto en esa dirección.
Antes de la destitución de la dirección, la asamblea rechazó una tras otra sus propuestas, incluida la cuenta de resultados de 2003.
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